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La primera plegaria del pueblo en Casablanca

Cinco meses y medio después de su inauguración oficial, los fieles entran en la Gran Mezquita

Flagelados por el viento y la lluvia, los infieles y los fotógrafos no oficiales tuvieron que quedarse fuera. En el interior, casi 20.000 creyentes se amontonaban, perfectamente alineados, en la primera plegaria celebrada en la Gran Mezquita de Casablanca, inagurada hace más de cinco meses, y que ayer quedó definitivamente abierta al público y al culto.Un impresionante y discreto servicio de seguridad controlaba, en el último viernes antes del mes sagrado del Ramadán, los accesos al templo, mientras a lo lejos policías uniformados desviaban el tráfico e impedían el acceso de vehículos más allá del aparcamiento, que rápidamente se lleno de coches. Pero casi todos los fieles llegaron a pie, en grandes oleadas incesantes, encogidos dentro de sus abrigos y albornoces, intentando no resbalar en la gran plaza de mármol mojada por la lluvia, antesala del recinto.

El almuédano había empezado ya a salmonear los versículos del Corán, mientras los rezagados corrían veloces para alcanzar el recinto antes de que se cerraran las puertas. Era el prólogo de la gran oración del viernes, la del Ad Dohr, a la que siguieron las llamadas de ritual y tras ellas la homilía y la oración. La mezquita de Haisan II se convirtió así ayer en el templo más grande del mundo y Casablanca en la capital de la oración.

No hubo personalidades oficiales, salvo algún discreto gobernador civil y varios concejales del Ayuntamiento de Casa-Anfa. A la gran oración acudió como siempre y sobre todo el pueblo. Sobre estos últimos recaerá la responsabilidad de mantener la mezquita abierta y ayudar a su sostenimiento económico, calculado en cerca de 1.000 millones de pesetas al año. El 90% de estos ingresos los facilitarán las arcas de la Comunidad Urbana de Casablanca, el resto el Ministerio de Habus y de Asuntos Islámicos, pero además se confía en las aportaciones populares y en los ingresos excepcionales que puedan derivarse del aparcamiento, de los baños del hammam o de las visitas de los turistas. A estos ingresos se añadirán la suculenta entrada de dinero que provocará en el futuro un proyectado centro comercial en los aledaños de la mezquita.

La apertura de la Gran Mezquita de Casablanca se produce en plena ofensiva de puritanismo islámico, impulsada por el Gobierno y acogida con entusiasmo por el partido nacionalista del Istiqlal, que ha anunciado ya, la presentación de un proyecto de ley ante el Parlamento con el que se pretende prohibir el consumo, la importación y la producción de bebidas alcohólicas. No es un hecho aislado: días antes, los istiqlalíes se preocuparon ante el Parlamento de la prostitución, de la droga y de la corrupción de costumbres. Todo ello en defensa de un islam militante, que pretende erigirse en muro de contención del integrismo radical.

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