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El Barcelona se derrumba en Malinas

El Barcelona se fue de Bélgica con un hatillo de preguntas existenciales bajo el brazo y la certeza de una urgente solución quirúrgica para extirpar sus males. Perdió ante un equipo mediocre por más que haya sido capaz de mantener su pista inexpugnable contra rivales como el Madrid, el Benetton o el Limoges. Perdió después de haber reparado un mal inicio y de haber llegado a dominar por 13 puntos, 36-49, y de haber mantenido 11 de ventaja, 46-57, mediado el segundo periodo. Consumó el desastre con un equipo de aliño en el que tenían cabida habituales reservas. Aíto García Reneses contradijo en este aspecto una de sus máximas: jugar los minutos decisivos con los titulares en pista. La derrota no descarta al Barcelona para los cuartos de final pero sí le pone en el brete de ganar en la pista del Olimpiakos o jugárselo todo a una carta en la última jornada, en el Sant Jordi, ante el Real Madrid. Eso, dando por supuesta la victoria sobre el Guilford, la próxima semana.Pero, clasificación al margen, el poso del partido de ayer viene a confirmar las carencias de un equipo que ha dejado de confiar en sus americanos, que se ha mostrado reiteradamente impotente para encontrar soluciones ofensivas y que no acaba de encontrar un ritmo de juego mínimamente regular. Más que una derrota, fue un escarnio para un colectivo azulgrana que de un tiempo a esta parte ha perdido por completo su identidad.

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