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Las noches con 'swing' y meneítos toman el testigo a las de salsa en Malasaña

El local heredero de Elígeme y Habana reivindica las raíces del jazz y del baile

Anoche se inauguró Swing, un bar que viene a reflejar lo que está gestándose desde hace tiempo: el renacimiento de los clásicos en la música popular. Ubicado en la calle de San Vicente Ferrer (Malasaña), Swing es heredero directo de dos locales con historia, Elígeme y Habana, que son mito porque murieron jóvenes con las botas puestas, y no a manos de la apatía sino de los elementos. Víctor Claudín y Pedro Sauquillo, mentores de las tres experiencias, son corajudos; no les gusta lamentarse sobre las ruinas. En un nuevo alarde de imaginación, crean Swing, una alternativa nocturna muy definida: se opta por la música de ese nombre y por la estética de art-decó.Claudín, escritor, empresario y animador cultural, explica así el nacimiento de la criatura: "Hemos sacado adelante este proyecto dejándonos llevar por nuestros propios gustos musicales y olfateando lo que se ve llegar. Nos parece que la música swing se va a disparar, a lo cual colabora el hecho de que la gente empieza a cansarse de ciertos ritmos programados hasta la saciedad. Creo que, por ejemplo, se ha abusado de la salsa. En Swing reivindicamos las raíces, el jazz original que no se amancebó con el rock y el pop, las orquestas y artistas de los años veinta y treinta, Nueva Orleans, la negritud, el baile".

Sin directos

Si Elígeme fue uno de los santuarios de los ochenta, Swing (que en inglés quiere decir balanceo, oscilación) se puede convertir en tabernáculo del meneo, una palabra a tener en cuenta la próxima temporada. Víctor Claudín se lamenta de no poder incluir música en directo por impedimentos municipales: "Ni siquiera lo vamos a intentar. Ya estamos escaldados. En este nuevo bar pretendemos recuperar un ambiente, quizá más maduro y relajado, donde se pueda conversar y donde, a instancias del instinto, puedas salir a la pista a engolfarte con Louis Armstrong, con Machito o con Dizzi Gillespie".Parece que la movida vuelve con aromas espirituales, casi benedictinos. Hay demanda de sosiego. No debe pasar inadvertido un dato sorprendente: la semana pasada el disco Las mejores obras del gregoriano, de los monjes de Silos, superó en ventas a los dos triunfadores de esta Navidad, Beatles y Sinatra. La música gregoriana tiene desde hace años un infiltradoen la noche madrileña, un bar exquisito y recoleto llamado Solesmes (calle de la Amnistía) en el que se escucha esta música con regularidad y con conocimiento de causa: Solesmes es una ciudad francesa en cuya abadía se canta el gregoriano más puro.

Zona abigarrada

Muchos bares sufren las consecuencias de la crisis económica, pero siguen abriéndose locales. Cerca de Swing, acaba de aparecer Trasgos, en Mejía Lequerica, propiciado por los hermanos Larrañaga y estratégicamente cercano a Pachá. Con decoración espartana y billar americano, por allí recalan gentes de la farándula y famosuras diversas. Y frente a la Sociedad de Autores, en la calle de Campoamor, otra novedad, el Sin Fin, de la órbita del Vaivén.

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