_
_
_
_
_

Diana, traicionada por una cámara oculta

Las fotos de la princesa en un gimnasio ponen contra las cuerdas al sensacionalista 'Daily Mirror'

Enric González

La princesa está furiosa. Las fotografías publicadas por el Sunday Mirror y el Daily Mirror constituyen "una grosera intromisión" en su vida privada, y Diana de Gales, "profundamente disgustada y escandalizada", estudia las acciones legales apropiadas, según una nota inusualmente dura emitida ayer por sus abogados. Por una vez, casi todo el mundo comparte los sentimientos de la princesa. El Gobierno, la Comisión de Quejas contra la Prensa, la industria periodística y hasta los cortesanos de Buckingham se han puesto del lado de Diana.Las fotografías no son gran cosa. El público británico está habituado a escuchar las confidencias eróticas de sus príncipes y a examinar la rolliza carnadura de duquesas reales ávidas de asesoramiento financiero, por lo que las imágenes de Diana haciendo bíceps no han podido causar sofocos. Lo escandaloso del asunto no está en lo que se ve, sino en lo que no se ve: en la cámara oculta, en el zafio espionaje, en el descaro sin límites del Mirror.

Las fotografías fueron tomadas por el dueño del gimnasio al que acudía regularmente la princesa. Bryce Taylor, un industrioso neozelandés, decidió redondear las rentas de su negocio con una incursión en el ramo del voyeurismo. Montó una cámara en el techo del gimnasio, oculta tras el sistema contra incendios, y esperó. Cuando tuvo una colección más o menos amplia, Taylor cerró el trato con el Mirror: 100.000 libras (casi 20 millones de pesetas) por todo el álbum.

Está por ver quién se fiará desde ahora del gimnasio en cuestión. Por de pronto, la princesa ha anunciado que va a demandar tanto al propietario del gimnasio como al grupo Mirror. Para el Mirror, las consecuencias del pillaje pueden ser dolorosas. Las ventas han subido, pero el diario se ha convertido, automáticamente en el paria de las artes gráficas. Un tribunal londinense prohibió ayer la publicación de nuevas fotografías.

Por otra parte, un grupo de anunciantes, encabezado por el Real Automóvil Club británico, retiró ayer toda su publicidad del periódico. Los directores de periódicos como The Guardian, The Sunday Times y The Daily Telegraph expresaron serias dudas sobre la actividad cefálica de los responsables del Mirror. Y un portavoz de Downing Street lanzó la ominosa advertencia de que el "flagrante abuso" contra la intimidad de la princesa justificaba la preparación de leyes contra la intromisión en la vida privada.

Por vender unos cuantos ejemplares más, el Mirror podría haber condenado a toda la prensa británica al bozal de una ley restrictiva. El director del Daily Mirror, David Banks, no mostró el menor arrepentimiento: "Se trata de unas fotografías hermosas e inofensivas, que sólo pueden realzar la imagen y la popularidad de la princesa", dijo ayer. Tras el cinismo de Banks se escondía, como de costumbre en estos casos, la guerra de ventas entre los periódicos sensacionalistas. El Mirror, con 2,6 millones de ejemplares diarios, está perdiendo claramente frente a, su eterno rival, The Sun, que vende casi cuatro millones.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_