Germán Anllo Vázquez, abogado y ex director general de Aduanas
Ha fallecido una de las figuras más destacadas de la vida española, por su vasta capacidad y profundo humanismo. Nació en Cospeito (Lugo), el 11 de junio de 1925. Licenciado en Derecho en la universidad de Madrid, ganó la oposición al Cuerpo Técnico de Aduanas. Con Jesús Polanco, funda la revista Aduanas que alcanzó notable difusión. Durante los 13 años que permaneció como subdirector y director general de Aduanas, llevó a cabo una profunda transformación en dicho organismo público, que se hallaba en un estado de abandono tanto en aspectos estructurales técnicos como de formación, además de acarrear un estigma de cuerpo corrupto y connivente en el contrabando. Luchó por instaurar cambios en la formación de los técnicos profesionales, dotar al cuerpo de mayores recursos e instrumentos, para restaurar la imagen pública y la autoestima de los profesionales. Allí demostró gran tacto, notoria flexibilidad y la eficacia de un grave gestor de integridad moral, pues era un espíritu kantiano y "el deber ser ideal" constituía la esencia íntima de su persona. Por ello, siempre supo hacer lo que era necesario, justo, sin vacilación ni timidez. Generoso en grado sumo, seguro estoy que desde la alcurnia de su alma derramaba una sonrisa benévola sobre los enemigos, por ello nunca fue víctima dé intrigas ni malevolencia. En el transcurso de toda su vida fue uno de los seres más cabales e íntegros moralmente que he conocido.Demócrata convencido, enemigo de todas las dictaduras, muchas veces me recordaba la angustia que sufrió cuando fueron a detener a Carlos Arias Esperanza, amigo y paisano, en la pensión donde vivían siendo estudiantes, poco tiempo después de acabar la guerra civil. Durante la transición democrática al frente de la Dirección General de Aduanas en los años anteriores y posteriores a Franco, con gran visión del futuro intentó facilitar la apertura al exterior, y moderniza las prácticas aduaneras previendo la incorporación de España a la Comunidad Europea.
Más tarde entró en el equipo directivo del Banco Exterior de España, donde destacó por sus conocimientos de economía y capacitación gestora. Formó parte de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid, de la que era vocal, miembro del Consejo Superior de Cámaras y presidente de la Comisión Permanente Hispano-Japonesa. En los cuatro últimos años compaginaba estas actividades con el asesoramiento de grandes empresas desde su bufete especializado en normativa comunitaria y aduanera.
Fino, sutil, ecuánime, dotado de una serenidad luminosa, sabía conocer a los hombres y valorarlos. Culto, lector de obras literarias y de pensamiento, un apasionado de la música clásica y, también, en los últimos años, de la pintura de vanguardia. Como buen gallego, poseía un innato sentido de la ironía romántica, es decir, ofrecía siempre toda su ternura afectiva en las risueñas discrepancias con familiares y amigos.
A sabiendas del terrible mal que le aquejaba lo aceptó con la misma serenidad, equilibrio y estoicismo que le caracterizaba, invalidando el concepto unamuniano de agonía, lucha amarga atroz de la vida contra la muerte. Por el contrario, su dolorido sentir lo expresó este último verano viajando a Puentedeume, tan lleno de recuerdos felices, para despedirse con gozosa calma de fa miliares y amigos, a quienes pronto iba a dejar en el espacio total abierto de la vida.
Quedarán muchos sí, huérfanos de su solidaria fuerza combativa, pero nunca se borrará el recuerdo entrañable de su ejemplo humano que pervivirá siempre entre nosotros.
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