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Un socio de Alcalá 20 dice que el incendio fue provocado

Pedro Rascón, copropietario de la discoteca Alcalá 20 -en la que el fuego y el humo tóxico apagaron la vida de 81 personas hace 10 años-, abundó ayer en la tesis de que el incendio fue provocado. Las distintas quemaduras que observó en la cortina trasera del escenario, donde nacieron las primeras llamas, y en las amenazas recibidas contra la integridad del local fueron sus argumentos.Sus respuestas ante el tribunal, que preside Pedro Javier Rodríguez, apenas se diferenciaron de las ya expresadas por sus ex socios Carlos Mendoza y Doroteo Martín. Tienen las tres un denominador común: descargan la responsabilidad de cuanto se hacía o se dejaba de hacer en la discoteca en Juan Antonio Iglesias, principal accionista. Iglesias ha sido apartado del juicio porque sufre una grave e irreversible enfermedad.

Antonio García Pablos, que defiende a 57 familiares de víctimas, aseguró que la estrategia de culpar "de todo a los fallecidos o ausentes" es ya vieja en la abogacía. En un principio, había diez personas procesadas en relación con este incendio: dos de ellas -el decorador del local y el arquitecto- han fallecido.

Con la supuesta intencionalidad del incendio, algunos abogados tratan de desbaratar la tesis del fiscal y de los acusadores, convencidos de que la causa de las llamas fue fruto de un cúmulo de imprudencias y dejaciones, como la inadecuada instalación eléctrica. "Ese cuadro está en un lateral del escenario; el fuego se originó casi en el centro de la cortina, a un metro de altura del suelo% defiende Migo Cobo, abogado de Rascón.

Existe un informe pericial que vincula el origen del fuego con un cortocircuito ocurrido en el cuadro eléctrico instalado detrás de la cortina, si bien sigue habiendo una nebulosa sobre la causa del siniestro.

Rascón, de unos 40 años, estaba en el local la noche del 17 de diciembre de 1983. Intentó apagar el fuego, pero el humo se apoderó pronto del local y tuvo que huir a gatas. Ayer admitió que no funcionaron la manguera ni el extintor. Según Rascón, su cometido se limitaba a controlar el aforo del local. El fiscal sostiene que la noche del incendio se expendieron 1.600 entradas, el triple del aforo permitido.

El procesado negó que en algún momento de aquella noche hubiera dentro simultáneamente más de 750 clientes. "¿Cómo lo calculaba?", preguntó un abogado. "Las entradas estaban numeradas; cuando se vendían, poníamos el cartel de aforo completo. En una discoteca hay gente que entra y otra que sale: si salían cinco, dejábamos entrar a otros cinco, y así".

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