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Cinco meses para un abogado que robó el bolso a una juez a punta de navaja

Un abogado ha sido condenado a cinco meses de cárcel por robar el bolso a punta de navaja a una juez de Madrid. El suceso ocurrió en la madrugada del pasado 22 de junio en la calle de Guzmán el Bueno, esquina con la de Juan Vigón. El abogado, cuyo nombre se corresponde con las iniciales de F. D. R., de unos 30 años, abordó con el arma a la titular del Juzgado de Instrucción número 34 de Madrid y le arrebató el bolso. Tras un forcejeo, la juez cayó al suelo de espaldas y el letrado echó a correr con el bolso, según fuentes judiciales.

El juicio se celebró el pasado jueves en un juzgado de lo Penal de la plaza de Castilla. La magistrada (que ese día estaba de guardia) no tuvo que comparecer a la vista, ya que hubo un acuerdo entre el abogado del acusado y el fiscal. El reo aceptó que el fiscal calificase los hechos como un delito de robo con intimidación no consumado, y que la pena fuese de cinco meses de arresto mayor.El acusado tiró el bolso y, por tanto, no llegó a utilizar su contenido al ver que unos jóvenes, entre ellos un policía local franco de servicio, salieron en su persecución al escuchar los gritos de auxilio de la magistrada, explican los citados medios jurídicos. Antes del acuerdo, el ministerio público le pedía cinco años de prisión.

El juez que ha visto el caso entiende que en la conducta del reo concurre la atenuante de trastorno mental. Aquel día, según fuentes de la plaza de Castilla, el acusado había tomado unas copas y mezcló el alcohol con una medicación antidepresiva a la que estaba sometido. Este periódico intentó ayer, sin éxito, conversar con el acusado.

"Grité tanto que al día siguiente llegué afónica al juzgado", afirma la magistrada, cuyas iniciales son B. G. S, también de unos 30 años. "Después del suceso", prosigue la víctima, "expresé al juez de lo penal mi deseo de que se llegase a un acuerdo; no quería que por el hecho de ser yo juez pudiera agravársele la pena".

Gritos de auxilio

La versión de la magistrada sobre los hechos es la siguiente: "Ibasola sobre la una de la madrugada por la calle; se me acercó un señor, me puso la navaja encima e intentó dirigirme hacia una zona oscura. Luego me dio un tirón del bolso, yo me resistí y, en el forcejeo, caí hacia atrás; volvió a tirar del bolso y salió corriendo con él. Me incorporé y corrí detrás suyo gritando; perdí un zapato. Dos o tres muchachos que había en un pub cercano le alcanzaron. Llamaron a un zeta de la policía que había por la zona, lo metieron dentro y le llevaron a donde estaba yo. Seguidamente, acudí a una casa de socorro: sufrí contusiones en la cabeza y en la cadera".

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Después, en comisaría, se identificó como magistrada. "No quería que mis padres se enterasen de la agresión: pedí a los agentes que todas las notificaciones las remitiesen al juzgado". El reo, la juez y la policía, cada cual por su lado, se quedaron helados al enterarse de la profesión de los protagonistas del suceso.

El abogado negó, en un principio, haberle sustraído el bolso, señalan fuentes jurídicas. Según él, cuando ambos se cruzaron en la calle, a ella se le cayó el bolso y él se agachó para dárselo. Entonces, la juez se asustó y comenzó a gritar, ha comentado el acusado. Ingresó en prisión al día siguiente al de los hechos.

El padre del reo es también abogado, según los citados medios. F. D. R. no tendrá que ingresar de nuevo en la cárcel: se le ha aplicado la remisión condicional de la pena.

La magistrada conserva un mal recuerdo de aquel día. Sin embargo, advierte: "No por ello voy a actuar con mayor rigor contra los atracadores". Añade que no le guarda rencor a su atacante. "Si algún día tiene un caso en mi juzgado, actuaré con absoluta imparcialidad, como siempre", aunque "puede recusarme si se siente incómodo".

De todo este mal trago, la magistrada dice haber aprendido una lección: "Nunca más volveré a salir sola a la calle a la una de la madrugada", confiesa.

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