Yeltsin desata una purga política
Borís Yeltsin comenzó ayer a pasar factura a sus rivales políticos, a los que responsabiliza del baño de sangre ocurrido en los últimos días en Moscú: 127 muertos y más de 600 heridos, según un recuento oficial no definitivo. Sólo en el Parlamento se han hallado 43 cadáveres. El presidente ruso destituyó a dos destacados dirigentes regionales; relevó al fiscal general; prohibió la actividad de 17 partidos comunistas y nacionalistas; suspendió diarios, entre ellos el portavoz comunista Pravda, e intensificó los controles en Moscú.
Las destituciones de los gobernadores de Novosibirsk y Amur, apenas concluida el lunes la sangrienta batalla por el Parlamento, muestran hasta qué punto el presidente Yeltsin no está dispuesto a que se le vaya otra vez la situación de las manos tras su aplastante victoria militar. Por ello, al cabo de más de tres años de forcejeo con autoridades locales y regionales sobre el ritmo de las privatizaciones, la fiscalidad y el acceso a los recursos naturales, entre otras muchas cuestiones, Yeltsin ha decidido acabar con quienes le han hostigado durante todo este tiempo.
Las medidas anunciadas ayer no son las únicas que va a adoptar el presidente, quien, al parecer, estudia también la disolución de los Parlamentos regionales. Yeltsin canceló, posiblemente por esa razón, una reunión prevista con el Consejo de la Federación, que agrupa a representantes de los territorios.
Los moscovitas dedicaron el día de ayer a pasar revista a los destrozos causados por los combates en la sede parlamentaria, bajo la mirada de policías y soldados con blindados que efectuaban constantes cacheos y detenciones. Durante unas horas, las autoridades utlizaron un estadio para recluir a varios cientos de los detenidos.
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