_
_
_
_
_
TOUR 93

Antonio Martín, el líder español

La china le ha tocado a un madrileño de 23 años, residente en Torrelaguna y con novia: Antonio Martín, del Amaya. La culpa la tiene José Miguel Echávarri, que un día comentó que conocía a un chaval con trazas de hombre-Tour. Más aún: el director del Banesto se atrevió a decir que si tenía que dar el nombre del que, a su parecer, podía reemplazar a Induráin, ése era Antonio. Y a Antonio, que participa en el Tour por primera vez, le están llegando palmadas por todos lados. Por de pronto, ha cogido el liderato de una clasificación secundaria, la del mejor joven, por delante de corredores como Zülle o Bouwmans. Menuda la que le espera.Javier Mínguez, director del Amaya, siempre con miedo a que a sus jóvenes se les llene de pájaros la cabeza, fue el primero en espantar a los moscones: "Antonio Martín está haciendo cositas que apuntan a que puede ser un corredor bueno, pero me parece una falta de respeto decir que puede ser el sucesor de Induráin. El chaval está en en el buen camino y lo que necesita es que lo dejen tranquilo". En su segundo año como profesional, Martín posee un palmarés esperanzador: segundo en la Vuelta a Murcia, tercero en la Volta, segundo en La Rioja y ganador de la Hucha de Oro. "Tiene afición y voluntad, que es lo que hace crecer a los ciclistas, y, si tiene suerte, puede ser grande, pero ahora sólo necesita calma, mucha calma", insiste Mínguez.

Lector de carreras

Antonio Martín es un hombre para las carreras por etapas. Sube bien y es desenvuelto contra el cronómetro. Tiene, además, capacidad de sufrimiento e inteligencia táctica, sabe leer las carreras. En la del Lago Madine fue el tercer mejor español, por detrás de Induráin y Delgado. "No es explosivo, pero en todos los terrenos se defiende por encima de la media alta. No es un diez, pero sí un ocho. Y eso, con 23 años, es importante", recalca Mínguez.

Martín se inició en el club ciclista de Torrelaguna. De allí pasó a un equipo de Colmenar Viejo. Como aficionado militó en el Caja Rural y en el Cajamadrid. Allí lo conoció Mínguez. "Me llegaron informes y hablé con él en el invierno de 1991. Firmamos los contratos y se vino a la concentración del equipo en Canarias. Allí me di cuenta de que no desentonaba, que hacía entrenamientos fuertes y aguantaba con el resto. Ya vi que tenía algo más que los demás".

Mínguez no teme que se lo quiten: "Ya he tenido otros corredores que se han ido de mi lado, aunque la alegría es que nazcan flores en el jardín. Lo bueno es encontrar un chaval así y poder culminarlo, pero para eso se necesita un patrocinador que lo pague". Mientras tanto, él, Antonio, pasa por el Tour con los ojos bien abiertos, emocionado: "Es impresionante. Estás como en otro mundo. El Tour es distinto a cualquier carrera". El ídolo de toda su vida es Hinault y lo de suceder a Induráin le suena a chino: "Ojalá fuese verdad lo que se dice".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_