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Entrevista:

"Con agua mineral no se gana el Tour"

Encallecido en la carretera, Javier Mínguez, un capataz del ciclismo, opina sin temor sobre esos aspectos espinososos que otros esquivan: Miguel Induráin, el dopaje, las nuevas tecnologías, su fama de explotador... No le asusta el riesgo. Las preguntas, mucho menos. En el Tour pillará lo que pueda. Para ello cuenta con un puñado de cazadores de recompensas y un par de aguadores dispuestos a todo.Pregunta. ¿Su equipo utiliza mucho la coctelera [el dopaje]?

Respuesta. El Tour no se gana con agua mineral. Los santitos, que se quiten la venda de los ojos. Yo no voy a contar películas como Odriozola [el presidente de la Federación Española de Atletismo]. En la alta competición hay un desgaste y el que no se recupera baja de nivel y el que se recupera sigue adelante. Eso es así. Quien no quiera verlo que se dedique al cante.

P. ¿Le sonroja venir al Tour invitado, no por puntos como los demás?

R. Lo único que me preocupa es hacer algo digno. Lo de los puntos es una tontería que ahora se ha puesto de moda. Si vienes al Tour es porque te admiten en él. ¿Qué más da si tienes puntos o no? Aquí hay equipos que tiene puntos y no hacen nada. Tiene más mérito venir de invitado y ganar una etapa que venir por puntos y no rascar bola.

P. ¿Y lo de ser, en principio, el peor equipo español?

R. Es una etiqueta que no me gusta, pero uno no es lo que quiere, sino lo que puede y tiene. A lo mejor soy mejor que otros, pero estoy donde estoy y tengo lo que tengo.

P. ¿Es cierto que ha obligado a algún corredores a ser el último para salir en la Prensa?

R. Eso fue en 1992. Fernando Quevedo, por circunstancias ajenas, se convirtió en el farolillo y, como tiene buen pico y sabe comunicar con la gente, salió en los papeles.

P. ¿Sigue amenazando a sus corredores con no pagarles si no rinden?

R. Eso es imposible. Primero, porque no soy yo quien paga, sino Amaya, y segundo, porque los corredores tiene firmados unos contratos en los que se estipula lo que cobran, anden bien o mal. Se cazan más moscas con miel que con hiel. Dando hostias yo no consigo nada. En todo caso, chocolate y hostias, chocolate y hostias. Otra cosa es que, si tu ves que un tío no quiere trabajar, le dices: "Oye, ¿cuánto ganas? Pues, si sigues así, el año que viene ganarás menos. Los duros te los estás robando a tí mismo. Éste es tú negocio. Si vendes, cobras. Espabila".

P. José Manuel Echávarri es el gran programador de Induráin y Manolo Saiz un técnico que apuesta por la tecnología. A usted, en cambio, se le asocia con el ciclismo caduco, el de los escaladores bajitos y esforzados.

R. Para yo tener el mismo papel que ellos tendría que disponer de un presupuesto similar al del Banesto o la ONCE. Tal vez tiene más mérito hacer lo que hace el Amaya con su presupuesto que lo que hacen ellos. Lo de Echávarri es punto y aparte: tiene al número uno y eso te hace ser más de lo que eres. Echávarri es buenísimo. Si le quitas a Induráin, seguirá siéndolo, pero sin ganar. Uno es el presupuesto que tiene.

P. O sea, que usted ganaría el Tour con Induráin.

R. No lo sé, pero está claro que con Induráin haría mucho más de lo que hago. Seguiría siendo el mismo, pero mis resultados serían mejores. Es como Camacho. En Segunda División, con el Español, no será peor que en el Rayo. Si lo pones en el Barcelona, seguro que gana más partidos. Un director sin artistas no es nadie. Si a Echávarri le quitas a Induráin, ¿quién es Echávarri? ¿Quién era Gruimard? El Dios. ¿Quién es hoy? Nadie.

P. Tiene fama de quemar corredores jóvenes y con futuro.

R. Sí, es cierto; tengo esa fama, pero es por envidia. Yo puedo presumir de que con poco he hecho más que otros con mucho. Eso duele. Lo difícil es hacer las cosas con poco. Hacerlo con un número uno tampoco es fácil, pero, cuando el número uno se acaba, se ve que los demás son lo que son. Ha habido gente que ha contado esta película, pero es incierta. Muchos lo han hecho para quitarme corredores o impedir que ficharan conmigo. Ahí está la realidad. Yo he cogido a gente como Pino, con 21 años, que era un muerto y ganó la Vuelta a España. Montoya estaba tirado y ha hecho cosas. Lo que pasa es que Etxabe, Cubino o Montoya no son Induráin. Yo llegué a un acuerdo con Delgado en 1987, pero mi patrocinador no quiso ficharlo. En 1988 ganó el Tour con Echávarri. ¿Acaso no podía haberlo ganado conmigo?

P. ¿Por qué desprecia tanto las nuevas tecnologías?

R. Eso es mentira. Tenemos lo mismo que los demás, pero no se cuenta. Si Induráin llevara una bicicleta que fuera la hostia, que no lo hace, se diría que su bicicleta es la hostia y... a mamar todo Dios. Si la lleva uno de los míos, ni se comenta. Otra cosa es que a mí no me gusta vender películas que son mentira.

P. Si se habla de Induráin es porque es el mejor. No pretenderá usted que se hable más del Amaya que del Banesto.

R. Claro, pero Induráin es lo que es porque es hijo de su padre y de su madre y porque lo han parido así de bueno. ¿Qué tiene Italia? ¿Qué tiene Francia? Induráin los anula a todos y vivimos de él como vivimos de Delgado. Ya vendrán las vacas flacas. Hay que luchar, pero, si no te nace el corredor, la técnica, la programación y los laboratorios no valen. Lo que vale es el artista. Llegará un momento en que, con los mismos directores y medios, tendremos hambre.

P. ¿Es usted tan buen director como relaciones públicas?

R. Ni una cosa ni otra. Lo que pasa es que, por mi carácter espontáneo y abierto, soy capaz de enviar a alguien a tomar por culo con gracia.

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