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GIRO DE ITALIA

Induráin cede la 'maglia rosa' por seis segundos

Carlos Arribas

El corredor más viejo de este Giro, Bruno Leali (Mercatone), de 35 años, recibió ayer una especie de premio a la perseverancia: vestir la maglia rosa en su 15ª temporada, como profesional. Miguel Induráin (Banesto) la cedió por sólo seis segundos, al día siguiente de conquistarla, después de la primera jornada intensa que vive este Giro. En un día de chaparrones y granizo, Gianni Bugno (Gatorade) buscó rearmarse moralmente y atacó desde el principio. Tras la captura, una fuga consentida de 23 modestos dio la gloria a un italiano, gregario toda su vida, que en la Vuelta se clasificó a hora y media de Rominger.

El peligro, ahora, se llama Marco Giovannetti (Mapei), el único hombre importante de la fuga, La etapa fue ganada por Fabiano Fontanelli (Navigare)."Claro que me duele ceder el liderato", dijo Induráin. "Pero, dentro de lo, malo, Leali no es preocupante y, además, hemos sacado unos segundos a Argentin y Fondriest". Un racimo desgranado fue el pelotón al llegar a Dozza bajo la lluvia. Tal como habían salido. En Senigallia, junto a la playa de terciopelo, donde el día anterior había sido verano, el cielo se hizo oscuro de repente. "Ojalá llueva", dijo entonces Gianluigi Stanga, director de Bugno. Pero no llovió. Diluvió y granizó. Como huevos de codorniz eran los pedruscos que caían. "Tiempo nuevo, Giro nuevo", dijo un Bugno profético.

Corredores refugiados en los coches, mecánicos buscando chubasqueros, secando bicicletas. Orden de salida y pocos se enteran. Nervios. "Miguel, que, se van" grita Prudencio Induráin saliendo del coche del Banesto. Y Miguel duda. El granizo hacía daño en la cabeza. Al final, entre torrenteras, sale del coche. Todos vuelan hacia la salida. El inicio presagió los 184 kilómetros que se adentraron hacia el norte a través de las llanuras.

La lluvia despertó los instintos asesinos de un pelotón demasiado amodorrado por el calor africano sufrido durante 10 días. En la primera hora de carrera hicieron casi 47 kilómetros, una media brutal. Y no rodaron tranquilos. Más bien con el corazón en un puño.

En un mar de chubasqueros que tapaban los maillots, nadie se reconocía. Avanzaban y retrocedían los gregarios buscando a sus jefes. En el marasmo, una caída que pifia por sorpresa a los de atrás. Era el kilómetro 18. El pelotón se corta. Delante, 44 ciclistas. Entre ellos, Bugno. Se establece entonces un pulso en el que nadie cede. En punto muerto, con una diferencia de 1,50 minutos, se mantienen hasta que el esfuerzo trasero, conducido por el Banesto (Induráin), el Lampre (Fondriest), el Ariostea (Lelli) y el Mecair (Argentin), se impone. Reagrupamiento. "Ha sido una etapa durilla por la lluvia y el viento" explicó Induráin. "Pero nosotros, tranquilos. Sabíamos que les pillaríamos".

Marco Giovannetti tenía otros planes para romper la tranquilidad. El líder-dueño-presidente del Mapei se incorporó a una escapada consentida y sacó provecho de la jornada.

Bugno lo volvió a intentar., "Si quiere recuperarse, Bugno debe atacar en cualquier terreno", dijo su director. Gianni agarró el consejo y, en un final desatado, volvió a atacar, esta vez, en un descenso, Fue otra carrera. Porque a su rueda se fueron Claudo Chiappucci (Carrera), Franco Chioccioli (GB-MG) e Induráin. Valor simbólico: Fondriest y Argentin, comenzaron a ceder segundos. Y los dolomitas empiezan mañana.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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