El voto del 97

El paisaje del instituto Santamarca, de Madrid, tiene nuevos inquilinos: 104 urnas de plástico, meticulosamente apiladas, han invadido los pasillos. El propio Solchaga votará aquí. Los 867 alumnos, que estos días preparan sus exámenes de fin de curso, aprenden a convivir con el gran símbolo de la democracia. La mayoría no tiene todavía la edad de votar.Solamente los mayores, los que vienen rebotados, se estrenarán el 6 de junio. Como ellos, dos millones y medio de chavales se enfrentan por primera vez al dilema. Su voto vale igual que el de sus padres.

En la clase de COU E hay 22 alumnos. Ocho pueden votar; dos no piensan hacerlo. Gonzalo está harto. "Los socialistas solamente quieren chupar del tarro. Aznar no me gusta nada". Habla como un profesional del desencanto. Del resto, la mayoría todavía no sabe a quién elegir. A los socialistas no les tienen el menor respeto. El Partido Popular sólo tiene para ellos el atractivo del cambio.

Ninguno ha ido nunca a un mitin y saben lo que ven por televisión o lo que leen en los periódicos. No les gustan los insultos, ni se fían de nadie. A su edad, la política carece de la pasión de las grandes empresas; es tan sólo un oficio. Los políticos no tienen credibilidad, son profesionales. Tal vez por eso, estos jóvenes airados, pasan por ser más de derechas que sus padres. Ellos lo niegan. Simplemente, no están de acuerdo. Piensan de otra manera.

En el debate, las chicas se comen a los chicos. Al parecer, son las más listas, las más trabajadoras y las más eficaces. En los exámenes de selectividad sacan una ventaja de punto y medio. Todos hablan con franqueza y mantienen sus ideas con madurez. Y, tengan o no la edad de votar, piensan que las elecciones también son importantes para ellos. Por la carrera, por el futuro trabajo, por la seguridad y por la mili. Gema le da vueltas en la cabeza a la idea de ser militar.

Raúl, harto, dice que la hagan ellas si quieren. Miky, que todos o ninguno. Solución: Ejército profesional. Pero creen que no hay dinero. A la hora de hablar de sexo, no les preocupa la política. "Lo que hace falta es más información, que hay gente que se cree que los preservativos se lavan y se vuelven a usar", sentencia Raúl. Frente a las drogas, piden acción. Gema quiere plazas de rehabilitación, y Carolina, más educación ciudadana. Solamente Elena defiende la legalización; a los demás les da miedo.

Alberto cumple 18 años el 19 de junio. No podrá votar. Llama sinvergüenzas a los socialistas y baboso a Aznar. Votaría a los verdes. Tal vez dentro de cuatro años. Para entonces, los que ahora se quedan en puertas -670.000 chavales con 17 años- esperan que España esté un poco mejor.