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"Que la India sea un solo corazón"

Los sucesos de Ayodhya, un peligro, para el laicismo del país

La madre Teresa de Calcuta, con esa capacidad que posee para atender simultáneamente sus múltiples ocupaciones en la Misión de la Caridad, otorgar bendiciones, dejar que le besen las sandalias y recibir a periodistas extranjeros, declaró escuetamente a EL PAÍS: "Estoy rezando por lo ocurrido y sólo me consuela que ha sido mucha gente la que ha venido a verme para mostrar su repulsa".

ENVIADA ESPECIAL, La popular religiosa, de origen albanés, aunque nacionalizada india, se refería a las repercusiones que ha tenido en todo el país la demolición, hace más de dos semanas, de la mezquita de Ayodhya, en el Estado de Uttar Pradesh, por parte de fanáticos hindúes inducidos por el principal partido de la oposición, el Bharatiya Janata Party (BJP), que agrupa a todas las formaciones confesionales integristas."Espero para el nuevo año que la India sea un solo corazón lleno de amor", dice la madre Teresa que fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en diciembre de 1979.

Sin embargo, Jyoti Basu, primer ministro del Estado de Bengala Occidental -cuya capital es Calcuta-, y que es un carismático líder del Partido Comunista de la India (CPI-ML), que lleva siendo reelegido desde hace 16 años, reconoció en su residencia -de Salt Lake, a unos 15 kilómetros del centro, que lo sucedido en Ayodhya es muy grave y que el país tardará mucho tiempo en recuperarse del daño inferido al laicismo tradicional de la India.

"Yo había advertido al primer ministro Rao -del Gobierno central que dirige el Partido del Congreso (I)- que había que impedir a toda costa la demolición de la Babri Masjid. No obstante, ahora no es momento de que lancemos reproches, sino de que los partidos laicos nos unamos para acabar con estas actividades subversivas e ¡legales, que se amparan en la religión", declara Jyoti Basu.

A cambio de su apoyo, el primer ministro de Bengala Occidental, y su aliado, el partido Janata Dal, piensan exigir del Gobierno central que cambie la nueva política económica neoliberal en que se encuentra embarcado, "y que está debilitando a la India cada vez más, poniéndola en manos del Fondo Monetario Internacional".

Calcuta, gracias a un eficaz toque de queda que duró seis días, no ha sufrido excesivamente las consecuencias de los sucesos de Ayodhya. Sí es cierto que en todo el Estado se identificaron más de sesenta cadáveres, y que en barrios periféricos superpoblados, como Tangra o Metiabruth, se produjeron violentos estallidos de violencia, más debidos a las luchas rivales entre bandas de contrabandistas y traficantes de drogas que a, sentimientos religiosos.

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El escritor Jyoti Duitta no duda en afirmar que "la policía hace la vista gorda ante estas bandas de mafiosos, y deja que, entre ellas, limpien el territorio. Además, la mayoría de estos gangs tiene conexiones con la municipalidad, que se encuentra en manos, como el resto del Estado, de los comunistas del CPIMU.

Falta de respuesta

C. H. Irani, propietario y editor de The Statesman, importante periódico nacional con sede en Calcuta, cree que el BJP ha aumentado su influencia en las masas, a causa del descontento creado por las concesiones que se han venido haciendo a las minorías desde los tiempos del que fuera primer ministro, Rajiv Gandhi, asesinado en mayo de 1991.Para Irani, que es de religión parsi y afirma que la India ha sido siempre un lugar de acogida y tolerancia, "lo que está en cuestión en este momento, después de lo de Ayodhya, es la credibilidad de nuestro laicismo. De repente, nos encontramos con que no tenemos respuestas para las nuevas preguntas que nos tenemos que plantear".

"Si seguimos metidos en esta historia de qué hay debajo de tal o cual mezquita", añade Irani, "y siempre hay algo, porque el hinduismo y el judaísmo surgieron primero, y es lógico que los cristianos e islámicos, después construyeran sus lugares de culto encima mire usted lo que pasa en la mezquita de Córdoba-, si continuamos con este absurdo, vamos a acabar destruyendo el Taj Mahal".

Este temor también lo comparte el escritor Jyoti Dutta. En efecto, el propio Gobierno central de Nueva Delhi está considerando la probabilidad de cercar con rollos de alambre espinoso el celebérrimo monumento funerario que el emperador mogol Shali Jehan mandó edificar para que la memoria de su más amada esposa perdurara eternamente.

En las afueras de Calcuta, en los populosos y míseros barrios donde las mafias actuaron a su gusto durante la noche del 8 al 9 de diciembre, el pasado domingo la vida -o como pueda llamarse a esto- continuaba, como en el resto de la ciudad, con sus aglomeraciones de parias, sus chabolas indescriptibles y, pese a todo, el aliento intenso de la vida mezclándose con todos los olores posibles. Aferrados a su pedacito de este mundo, los humanos conviven con los perros y los cuervos y las vacas, y comerciantes y charlatanes incitadores de oídos comparten la acera con aquellos que ya no tienen fuerzas para salir de la inconsciencia y esperan que las monjas de la madre Teresa se los lleven para morir con dignidad.

Monumento a la vergüenza

Hay en la periferia de Calcuta un problema añadido: en Metiabruth, por ejemplo, la población de musulmanes de habla bihari -emigrantes económicos del contiguo Estado de Bihar, al Oeste de Bengala- ha aumentado fuertemente en los últimos tiempos, y parece también que no pocos infiltrados desde Bangladesh, por el Este, influyen en las mafias. Metiabruth, como Tangra, muestra todavía las huellas de incendios y saqueos. "Lo que ha sucedido en Calcuta se parece más bien a lo que pasó en Los Ángeles cuando los disturbios raciales. Empezó por una razón, pero lo que luego sobrevino se debió a la frustración y la ira. En la India, el pastel es muy pequeño, y hay mucha gente que se lo disputa", afirma Aveek Socar, copropietario del Ananda Bazaar, influyente grupo de medios de comunicación que edita el cotidiano The Telegraph. "Donde quiera que estén las minorías afectadas por cualquier cosa que ocurre, se producirán los estallidos de violencia".C. H. Iráni, del Statesman, advierte a su vez del peligro que supone que el Gobierno central permita -y en esta encrucijada está- que el templo de Rama que el día 6 de diciembre construyeron los fanáticos en el lugar donde estuvo la mezquita de Ayodhya se abra al culto: 'Francamente, yo dejaría el lugar tal como está, como un monumento a la vergüenza".

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