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El desempleo cae ligeramente en EE UU sin que atisben síntomas de reactivación económica

La tasa de desempleo descendió ligeramente en Estados Unidos durante el pasado mes de septiembre y se situó en un 7,5%, una décima menos que en agosto, según anunció el viernes el Ministerio de Trabajo. La cifra aportó un cierto respiro a la campaña electoral del presidente George Bush dado que las previsiones sobre la evolución del empleo eran marcadamente pesimistas. De hecho, la mala situación económica se ha convertido en el tema central de las elecciones presidenciales. Todos los analistas señalan que los electores sólo quieren oír una palabra: trabajo.

Las cifras facilitadas por el Ministerio de Trabajo indican que la economía norteamericana perdió 57.000 empleos durante el mes de septiembre. En agosto esa cifra se elevó a 128.000. Sin embargo, el ministerio aseguró que si se elimina de esa estadística el impacto de los empleos estacionales de verano, la economía recuperó 40.000 empleos en septiembre y perdió, sólo 50.000 empleos en agosto. La población activa de Estados Unidos se eleva, según las cifras oficiales de septiembre, a 127.270.000 personas.Las previsiones pesimistas sobre la evolución del empleo se basan en cifras tan espectaculares como las que hacen referencia a la gente que se incorpora al mercado de trabajo. Así, el número de personas desempleadas que piden por primera vez ayuda estatal pasó de 15.000 a cerca de 430.000 en septiembre. A ello hay que añadir una caída en septiembre del índice de crecimiento del sector manufacturero, el peor desde enero, y una bajada, en agosto, del gasto en construcción.

Todos los analistas coinciden en señalar que la economía norteamericana no da signos de salir del estancamiento en que se encuentra y la inmensa mayoría apunta al responsable del empatanamiento: un déficit público desbocado. EE UU tiene una deuda acumulada de 4 billones de dólares que genera unos intereses anuales que superan los 200.000 millones de dólares. A ello hay que añadir un déficit presupuestario de 300.000 millones de dólares para 1992.

Política de austeridad

Estas cifras son parte de la pesada herencia que Ronald Reagan dejó a George Bush y que éste no ha sabido o no ha podido aliviar. El semanario The Economist en su último número no duda en asegurar que el liberalismo reaganiano "quería tener el pastel, comérselo y no pagarlo". Esa gigantesca deuda y el crecimiento de un déficit no permite que se recurra a la receta de rebajar los impuestos y aumentar el gasto público para reactivar la economía, por lo que, aparentemente, no habrá otra salida que iniciar una política de austeridad con una reducción del déficit público.

Eso es lo que aboga el multimillonario texano Ross Perot, el excéntrico candidato que el jueves volvió a la carrera electoral. Su propuesta de iniciar una drástica reducción del déficit público cuenta con el apoyo del Fondo Monetario Internacional que, sin embargo, señala que los efectos beneficiosos de esta medida no se notarían en la economía hasta 1998.

Los dos principales candidatos presidenciales, sin embargo, se muestran mucho más prudentes al hablar de reducir el déficit público dado que tienen aspiraciones a gobernar. Las promesas electorales de rebajar los impuestos y el défit son recibidas con desconfianza por unos ciudadanos que tienen miedo a una reducción drástica del gasto público, única salida para que cuadren las cuentas.

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