Alain Prost, el piloto de la discordia
La obsesión por ganar lleva al francés a desprestigiar a sus compañeros de equipo
A pesar de su baja estatura y de su timidez, Alain Prost es un hombre de carácter complejo y egoista. Eso le ha creado fama de polémico. El piloto francés, que debutó en fórmula 1 al volante de un McLaren en 1980, siempre se ha caracterizado por su forma de trabajar metódica. En su larga carrera profesional ha demostrado que es capaz de lograr la óptima puesta a punto. Su coche ha sido siempre el que mejor ha funcionado. Pero, al mismo tiempo, no ha dudado en desprestigiar a sus compañeros de equipo para lograr su único objetivo: ganar.
Las discrepancias y los roces con sus compañeros de escudería han marcado su paso por la fórmula 1. En Renault fueron memorables las pugnas que mantuvo con su compatriota René Amoux. Cuando volvió a McLaren se encontró con Niki Lauda, que acababa de ser campeón del mundo. Con su rara habilidad, Prost consiguió que el austríaco arrojara la toalla. Su carácter es tan fuerte y acaparador que, al final, todo el equipo trabaja para él y convierte al otro piloto en un mero acompañante.Esta peculiaridad le ha servido a Prost para ser el número uno durante tres temporadas, y para estar a punto de ganar un cuarto título. Habría sido el primero para Renault, en 1983. Pero, en el seno del equipo no existía cohesión, como consecuencia de los planes maquiavélicos de Prost, que provocó discusiones internas y malestar. Al final, el Mundial fue para el brasileño Nelson Piquet.
Prost ha sabido granjearse, desde sus inicios, la estima no sólo de los que trabajaban con él, sino también de los mecánicos que cuidaban el coche de su compañero de equipo. La presión sobre el segundo piloto era constante hasta anularlo. Carácteres fuertes como el de Manseíl, o el de Senna, han su cumbido a las maniobras de Prost cuando eran compañeros de escudería. A Senna le arre bató un título, segándole la hierba y llegando incluso a chocar con él en una prueba.
Técnicamente, Prost fue y sigue siendo un genio. En muchas ocasiones jugó al despiste con sus propios mecánicos e in genieros. A veces trabajó en la sombra el fin de semana ha ciendo distintos reglajes en su coche, sin mostrar ninguna de sus cartas. Justo antes de los entrenamientos del domingo, sacaba sus ases de la manga y aplicaba los reglajes adecuados a su bólido para ganar.
Éstos fueron los motivos por los que Senna acabó desquiciado y cambió de rumbo, y también de la marcha de Nigel Mansell de Ferrari. Mansell se fue a Williams, a pesar de que aquella escudería contaba con los humildes motores Judd. El británico acusó a Prost de manejos extraños, de ganarse la amistad del director deportivo de la época, Cesare Fiorio, y de deteriorar su imagen. Desde el mismo momento en que firmó por Ferrari, Prost estableció cláusulas que perjudicaban al británico. Mansell jugó limpio, pensando que era más veloz y que le superaría. Pero se llevó un chasco, puesto que su coche nunca fue tan rápido y fiable como el de Prost.
El francés Jean Alesi, otro piloto que ascendió vertiginosamente, fue otra de sus víctimas. Se pensó en él como en un posible sucesor de Prost, pero tuvo que plegarse a la disciplina del jefe de filas y decidió volar solo, cuando se dió cuenta de que Prost le aconsejaba unos reglajes que no eran los mejores. Sus relaciones se deterioraron tan rápidamente, como mejoraron los tiempos de Alesi.
El orgullo de Prost le ha llevado en ocasiones a tomar decisiones arriesgadas. Algunas veces le salieron bien, otras no. No hay que olvidarse de que Prost salió despedido antes de concluir el campeonato del mundo, en 1991, cuando mantuvo un pulso con el director deportivo de Ferrari, Cesare Fiorio.
Pero cuando Prost firmó el finiquito con Ferrari, ya tenía un contrato con Williams, que le llegó gracias al apoyo de Renault, la firma francesa que proporciona los motores a la escudería. Prost redactó un contrato de más de 100 páginas en el cual, según Senna, vetaba su entrada en el equipo. Este, extremo del contrato nunca ha sido desmentido. Nadie quiere estar con Prost, pero él selecciona cuidadosamente a sus compañeros de equipo. Prost necesita un segundo piloto que haga sólo lo que él dice y que no pregunte mucho e investigue menos. Senna quería asegurarse un coche competitivo para la próxima temporada. Estaba incluso dispuesto a correr gratis con Williams, o a seguir en McLaren si esta escudería se aseguraba los motores Renault.
Si, al final, cuenta con estos motores, Senna, que ya ha llamado públicamente cobarde a Prost, tendría de nuevo un aliciente para estar en las parrillas de salida: batir a su eterno rival. Para el puesto de segundo piloto de Williams suenan los nombres del italiano Riccardo Patrese y del estadounidense Al Unser Junior.
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