Si no hay tiros, a correr

ENVIADO ESPECIALLa atleta bosnia Mirsada Buric, de 22 años, especialista de los 3.000 metros, es una de los 10 deportistas del equipo de Bosnia-Herzegovina, cuya presencia en Barcelona no está todavía garantizada. La situación de Mirsada es la peor de todas, ya que, junto al judoka Vlado Paradzik, es la única que está en Sarajevo.

Miembro de los equipos junior y senior de Yugoslavia de su especialidad desde 1985, y dos veces campeona de los Balcanes, Burle está bloqueada en Sarajevo. Las fuerzas serbias que asedian la ciudad condicionaron su salida a que disputase los Juegos como representante de la autoproclamada república serbia de Bosnia-Herzegovina. "Nunca aceptaré ese chantaje", dice.

Mirsada se levanta cada día a las siete y media de la mañana, sale a la calle y, si no hay tiroteos, empieza a correr. "SI disparan, hago ejercicios físicos en mi casa, saltos por el pasillo, y subo y bajo la escalera. Si hay agua corriente me ducho; pero rara vez hay agua caliente. Luego voy al comité olímpico para comunicar que estoy bien. Suelo almorzar en el hotel Holiday Inn, porque allí a una dieta más adecuada para un deportista. Muchos días voy al hotel corriendo".

Mirsada, musulmana, ha vivido una de las experiencias más amargas de la guerra en Bosnia-Herzegovina. El 30 de mayo pasado se encontraba con su familia en Ahatovici, a cinco kilómetros de Sarajevo. La artillería serbia bombardeó el pueblo durante 48 horas. Cuando los primeros combatientes serbios empezaban a entrar en el pueblo, Mirsada huyó del refugio junto a su abuelo, gateando bajo la lluvia y las balas. Pasó el resto de la noche en el sótano de otra vivienda junto a un gran numero de mujeres y niños. Por recomendación de su hermano salió de la casa a las seis de la mañana para cruzar el puente de acceso al pueblo. Ahatovici estaba destruido. "Nuestros vecinos serbios nos dijeron que podríamos irnos sin problemas. Al llegar a la carretera, una patrulla serbia nos encañonó. Había dos conocidos de toda la vida. Separaron a las mujeres y niños de los hombres. Nos introdujeron en un autobús y nos trasladaron al cuartel del Ejército de Rej1ovac".

Junto a 500 vecinos del pueblo, todos musulmanes -350 mujeres, niños y ancianos-, Mirsada pasó 13 días encarcelada en una especie de almacén militar "en condiciones horribles". "Los hombres fueron golpeados y torturados. Al final los serbios acordaron liberarnos en el puente que cruza el río a cambio de la entrega de 38 chetniks en poder de las fuerzas bosnias. En el último momento los chetniks se resistieron a ser entregados. Como venganza acribillaron a 42 de nuestros hombres más jóvenes.

Afortunadamente, yo ya había cruzado el puente. Desde aquel día no sé nada de mi hermano".

Mirsada explica que durante los 13 días del calvario siempre pensó que salvaría la vida y que podría estar en Barcelona. "Los dos últimos años he sido uno de los diez mejores deportistas de Bosnia-Herzegovina. Mi sueño era participar en los Juegos. Pero a diferencia de otros deportistas, cuyo objetivo es ganar una medalla, el mío es simplemente sobrevivir". Burle entristeció cuando comprobó que su nombre no figuraba en la lista de preseleccionados de Bosnia-Herzegovina. Nadie conocía su paradero. Finalmente se subsanó el error.

"Ya no tengo miedo"

"Ahora no tengo miedo a entrenarme bajo las bombas. El miedo queda ya muy lejos. Tengo la firme voluntad de prepararme para conseguir el mejor resultado posible en Barcelona". Si no consigue garantías de las fuerzas de la ONU para salir de Sarajevo, la atleta no correrá el riesgo de intentar escapar. "En la otra parte todos me conocen y estarían muy felices de volver a detenerme". Del futuro de su país sólo dice que la primera prioridad "es ganar la guerra. Luego todo será más fácil".

A Mirsada se le empañan los ojos cuando recuerda que su novio está en la primera línea del frente, en Dobrinja. "Es terrible". Pero se repone y dice: "Los Juegos representan todo para mí. Es el sueño de todo deportista ... See you in Barcelona (Nos vemos en Barcelona)".