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El maestro acusado de parricidio acabó el juicio entre gritos y llanto

El juicio de Mauricio Triguero, el profesor que mató a su ex esposa ante su clase de 28 alumnos de EGB, concluyó ayer con un largo y crispado discurso del acusado, quien, entre gritos, sollozos e invocaciones religiosas, aseguró ser incapaz de cometer unos hechos que le "horrorizan". Mauricio arrancó a llorar convulsivamente cuando, en su deshilvanada prédica, se preguntó: "¿Cómo le explico yo a mi hijo, que es lo que más quiero en el mundo, que su padre no es un criminal?".

"La verdad, señorías, es que Mauricio Triguero es un hombre incapaz de cometer un hecho como el que se ha juzgado aquí", comenzó el procesado en un tono desencajado, que fue elevando paulatinamente hasta desembocar en desmesurados alaridos entremezclados con llanto.En su discurso desvariado, Triguero insistió hasta la sacieciad en que había pedido a los psiquiatras que analizasen su cerebro y le explicaran lo sucecido, porque seguía sin saber "lo que ha podido pasar". Uno de los psiquiatras le aconsejó, según su versión, que dejase de leer a Freud. "Me dijo: tú, Mauricio, no serías capaz nunca; no me leas a Freud, que te volverás loco. Deja, por favor, a Freud, que somos los médicos los que tenemos que decir la última palabra y es muy posible que ni nosotros seamos capaces y, tengamos que colgar las botas".

Tras varias invocaciones en tono desesperado a su hijo Héctor, insistió en que no podía haber sido él el autor del crimen: "Por principio, por educación y porque mis padres me metieron en seminario y no en una sala de baile, y no puedo renegar de la educación que he recibido".

"Soy un señor que ha estado nueve años estudiando en un seminario y no soy un rebotado", prosiguió. Estoy orgulloso de la educación que recibí y la he manifestado con mi religiosidad después".

Mauricio Triguero continuó diciendo que veía el proceso como una película en la que a él le han dicho que es un actor. El procesado terminó con un final melodramático, dirigido al presidente del tribunal: "Sólo pido a Dios que le ilumine, para que no se cometa en este tribunal un error como el que hace 20 siglos se cometió condenando, no a un inocente, sino al autor de la vida misma".

El proceso se había reanudado con la presentación del informe de la representante de la acción popular, ejercida por la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas, que solicitó para el acusado 30 años de reclusión y la privación de la patria potestad sobre su hijo Héctor. El niño está actualmente a cargo de una tía suya, que tiene la tutela provisional.

Aplausos

Según la letrada de la acusación, el procesado se quiso presentar como un pobre marido, cuando la víctima final fue María Esteban, la mujer asesinada. La letrada aseguró que el procesado no es ningún perturbado mental y negó que padeciese amnesia lacunar sobre el crimen, ya que nada más cometerlo se confesó ante la policía autor del mismo.

Al final del informe, las mujeres representantes de distintos colectivos feministas que han seguido el proceso portando pegatinas con el nombre de la mujer asesinada, prorrumpieron en aplausos y en gritos de "bravo" dirigidos a su abogada.

El presidente del tribunal, que ya en la primera jornada había avisado que no permitiría demostraciones, ordenó que fueran desalojadas.

Tras efectuarse el desalojo, el abogado de Mauricio Triguero pidió su absolución en aplicación de la eximente completa de transtorno mental transitorio, y que recibiera tratamiento psiquiátrico. El letrado Ángel Luis Aguarón arguyó que se había pretendido realizar un proceso político o de familia, y consideró la posibilidad de una provocación.

Tras el dramático alegato final del procesado, el presidente del tribunal declaró el juicio visto para sentencia. El fallo se conocerá en los próximos días.

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