El Barcelona murió en los penaltis
El Valencia se cobró en la Copa los servicios prestados en la Liga. El Barcelona pagó la factura con la misma impotencia que un conductor abona una multa. Perder hoy la Copa, un trofeo que tradicionalmente ha sido muestra de supervivencia en el museo azulgrana, no es ninguna tragedia cuando se acosa a la Liga y se suspira por la Copa de Europa. El drama puede llegar mañana si la admiración que hoy provoca el juego del equipo de Cruyff en los estadios ajenos no obtiene recompensa alguna para su propia casa, donde el técnico proporciona a diario elementos de debate como fue en la Copa la alineación de Busquets, que erró en los dos goles de la misma forma que abortó otros dos.Remontarle dos goles al Valencia, que cuenta sus últimos siete partidos por victorias, era una tarea propia de titanes. Pero el Barcelona se crece en la adversidad, y en un cuarto de hora convirtió lo que se presumía como una heroicidad en un trámite. Fue tan sencillo, tan plástico, tan bello, tan efectivo -tres goles en los tres primeros remates- que pareció un partido de otro reino. Resultó celestial.
¿Y ahora qué hacemos?, debieron preguntarse los chicos de Cruyff cuando todavía quedaba más de una hora de partido. Es entonces cuando salen a flote las carencias. El Barcelona es un equipo concebido para la ofensiva y, consecuentemente, es el que mejor ataca y el que peor defiende. El grupo de Cruyff es incapaz de correr con una punta de gas. Sólo sabe jugar acelerado. Es cuando acosa que sólo se le aprecian virtudes -capacidad para abrir el campo y velocidad de balón-, y cuando se para que se le advierten todos los defectos, como el regalo de espacios.
Éa imposibilidad de mantener ese ritmo de juego brutal y constante que exige Cruyff provocó el resurgir del Valencia. Gran equipo el de Hiddink. No perdió nunca la compostura, se arrimó en ataque y forzó hasta cuatro remates de gol antes de encontrarse con un error forzado de Busquets. La eliminatoria estaba nuevamente equilibrada. Y a partir de ahí el Barcelona comenzó a perder el partido.
Los azulgranas resistieron hasta la prórroga como pudieron. Luego uno y otro equipo jugaron a tumba abierta. Y ahí el Valencia tuvo más suerte que el Barcelona, porque forzó los penaltis en el último minuto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.