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La libra vive una época difícil a causa de la recesión económica

Enric González

La libra esterlina ha superado unos días agónicos, en los que parecía inevitable una devaluación o nueva subida de los tipos de interés. La recuperación del jueves y el viernes, día en que se situó a 2,86 marcos, ha aliviado las presiones a favor de la devaluación que agobiaban al gobierno de John Major.

Pero pese a que de momento se ha conseguido evitar la adopción de medidas de choque para evitar que la libra se cayera del Sistema Monetario Europea (SME), en el que figura como la divisa más débil, muchos empresarios y diputados siguen pidiendo que sea devaluada.Los males de la libra esterlina, reflejo de la profunda recesión que atraviesa el Reino Unido, se vieron agravados por la subida prenavideña de medio punto en los tipos de interés alemanes. El marco, la moneda de referencia comunitaria, se fortaleció, y automáticamente países como España, Francia e Italia subieron conjuntamente sus tipos para mantener su relación con el marco.

El problema de John Major y de su ministro de Finanzas, Norman Lamont, es que la economía y los electores británicos -que serán convocados a las urnas dentro de pocos meses- no parecen en condiciones de soportar unos tipos de interés superiores al actual 10,5%.

La inmovilidad de los tipos hizo que la libra se deslizara rápidamente hasta los 2,80 marcos, su límite dentro del Sistema Monetario Europeo. Un penique menos y la autoridad monetaria hubiera tenido que actuar, subiendo tipos o devaluando.

El Banco de Inglaterra, que preside Robin Leigh-Pemberton, ha invertido a lo largo de la pasada semana unos 500 millones de dólares (más de 50.000 millones de pesetas) en mantener la cotización de la libra en los mercados.

Apoyos

La principal intervención, sin embargo, consistió en una comparecencia televisiva de Robin Leigh-Pemberton en la que anunció un enorme aumento de las reservas en divisas.

Las reservas suman en total 44.000 millones de dólares (más de cuatro billones de pesetas) "y serán utilizadas para sostener la libra, si es necesario" según afirmó Leigh-Pemberton.

El mensaje del responsable del Banco de Inglaterra se combinó con la intervención de Año Nuevo del primer ministro John Major, en la que éste dijo que devaluar sería "la solución más tonta" y descartó definitivamente tal opción. En cambio, declaró que mantendría el valor de la libra aún al-precio de subir los tipos de interés y, con ello, ensombrecer sus propias y próximas expectativas electorales.

Numerosos empresarios británicos y un grupo de parlamentarios conservadores consideran que una devaluación moderada de la libra tendría efectos muy positivos sobre la débil economía británica. Permitiría mejorar la competitividad exterior y disminuir un poco los tipos de interés, con lo que la economía, según ellos, se reactivaría.

El primer ministro Major afirma, por el contrario, que devaluar la moneda concedería a la economía del país sólo un respiro transitorio, pero inmediatamente acarrearía tensiones inflacionistas y la necesidad de incrementar nuevamente los tipos de interés.

Los servicios de estudios de los grandes bancos británicos, e incluso el prestigioso portavoz laborista para asuntos financieros, John Smith, han dado la razón a John Major en este punto concreto.

Los intermediarios financieros, por su parte, están convencidos de que la presión sobre la libra esterlina se recrudecerá sin tardar, posiblemente esta misma semana, cuando los mercados financieros recuperen la normalidad tras el paréntesis vacacional y los inversores tengan que optar entre la libra esterlina y el resto de las divisas europeas, evidentemente más sólidas y con tipos de interés igualmente elevados.

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