El rescate de un preso

El llamado periodismo de investigación tiene sus hitos. En Estados Unidos se recuerda siempre a Bernstein y Woodward, que derribaron a un presidente mentiroso. En Japón, los escándalos financieros con sobornos incluidos han ocupado las primeras páginas de los periódicos, que han hecho caer también a varios Gobiernos. En Francia, Le Canard Enchaîné descubrió que al presidente Bocassa le encantaba regalar diamantes a sus amigos, y que entre éstos se encontraba el no menos presidente Valéry Giscard d'Estaing. El pasado miércoles, una cadena privada de televisión francesa -La Cinq- se apuntó un nuevo éxito entre los de este tipo de periodismo, proyectando un documental que prueba que un hombre que lleva más de 13 años en la cárcel es inocente.El 6 de febrero de 1978, en el pueblecito francés de Mericourt sur-Lens, se encontraron los cuerpos sin vida de una mujer y su hija. La policía sospechó enseguida de Jean-Luc Rivière, que acabó confesando haber asesinado a la madre. ¿La niña? De la niña primero dijo no saber nada, pero luego admitió que su cómplice, Mohamed Chara, fue quien la mató.

Quién la mató

Hubo un juicio y se les condenó a muerte, pero la llegada al poder de los socialistas les libró de la guillotina. Un nuevo juicio dictaminó cadena perpetua para ambos. Los autores del documental que ha emitido La Cinq, Daniel Karlin y Rémi Lainé, han realizado una nueva encuesta, solicitando la participación de más testimonios, aportando otras pruebas, descubriendo que los compañeros de celda de Rivière saben que fue él quien mató a madre e hija y que entre él y Chara nunca hubo complicidad alguna.Un inspector de policía denuncia cómo se realizó la investigación policial, el racismo que subyacía en ciertas coacciones destinadas a ratificar la primera pista de que se dispuso. Dicho inspector abandonó el cuerpo al ver que la investigación pretendía convertir a Chara en culpable indiscutible. La voz de Mohamed Chara, que sigue confiando en la justicia -tiene ahora 33 años y entró en la cárcel a los 19-, tiene acento árabe, y a eso se refiere también la película, que no puede olvidar que hay ciudadanos que ante la ley son menos iguales que otros. Su defensor constata que no supo "encontrar las palabras para proclamar la inocencia de mi defendido".

Karlin y Lainé se interesaron en el caso mientras rodaban en el interior de una prisión unos planos para su serie sobre la justicia en Francia. Todos los encarcelados hablaban de Chara como de un inocente. Y fue a partir de ahí como nacieron las pesquisas.

El filme no pretende despertar la simpatía del espectador para con Chara. No juega con la reconstrucción novelada de los hechos, sino que se limita a desmontar el error judicial y a mostrar otras pruebas y a escuchar a otras personas. Uno puede contemplar las explicaciones que propone la pantalla desde el mayor escepticismo, pero, lentamente, Karlin y Lainé se hacen con la razón y los hechos y se muestran implacables: ya no van a dejar que se les escape el hilo que lleva a descubrir lo que realmente sucedió. La justicia se equivocó, y ella y la policía son ahora cómplices de un encarcelamiento injusto, que sólo se entiende por aquello de que no conviene dejar ningún crimen sin castigo, aunque haya que inventar el criminal.