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TOUR DE FRANCIA 1991

El orgullo del campeón lleva a Induráin a ganar su segunda contrarreloj

París recibirá hoy a Miguel Induráin (Banesto) como al soberbio ganador del Tour de Francia. Sólo el infortunio, en forma de caída u otro contratiempo similar, podría evitar tan imponente cita con la historia. Ciento setenta y ocho kilómetros, los que discurren entre Melun y los Campos Elíseos, la última etapa de la presente edición de esta ronda, separan al ciclista español del triunfo más grande de su carrera. En una nueva exhibición de su poderío, Induráin se adjudicó ayer de manera rotunda la contrarreloj entre Lugny y Macon, de 57 kilómetros. Esta nueva prueba no originó cambios sustanciales. Así, los italianos Gianni Bugno y Claudio Chiappucci serán, salvo sorpresas, los compañeros del navarro en el podio.

Induráin estampó su nombre en el Tour en una ascensión a Val Louron que pasará a la historia por su belleza y cerró ayer la carrera con la ambición propia de los campeones. No necesitaba ganar. Le bastaba con controlar el ritmo de Bugno, su único rival, para garantizarse la victoria final. De hecho, el equipo Banesto depositó en el francés Jean François Bernard todas las aspiraciones de triunfo en la última jornada con un mínimo de voltaje de la vuelta francesa. Fue Bernard y no Induráin el que acompañó el viernes por la noche a José Miguel Echávarri, el director, en el reconocimiento previo del trazado. Sin embargo, ajeno a tácticas o conservadurismos inútiles, Induráin decidió obedecer a sus piernas y su instinto. Consciente de su poderío, despejó cualquier duda sobre quién es el dueño y señor del Tour 91.El nuevo líder del Banesto invirtió un tiempo de 1. 11.45 horas en recorrer los 57.000 metros contra el cronómetro, lo que supuso una media de 47,6 kilómetros por hora. Con ese registro, superó a Bugno por 27 segundos, al estadounidense Greg LeMond por 48, a Chiappucci por 1.08 minutos, al soviético Ek1mov por 1.49 y a Mauri y al propio Bernard por 2.14. Con un desarrollo de 54xl2, impresionante movimiento que desplaza al ciclista y a su bicicleta doce metros en cada pedalada, Induráin aprovechó la ventaja de salir el último, el privilegio reservado al líder de la prueba, para controlar perfectamente su esfuerzo.

Dominio aplastante

En la referencia del kilométro 20 permitió que Chiapucci marcara mejor tiempo que él (26.35 minutos contra 26.57) e igualó a Bugno, los más rápidos hasta ese momento. Sin embargo, a partir de ahí su dominio fue aplastante. No cedió margen alguno en los controles posteriores. Todo lo contrario: tres segundos le separaban de su inmediato seguidor en el kilómetro 36, 24 en el 45 y 27 en la llegada. Impresionante.

Para despejar cualquier incógnita, la carrera en solitario del español distanció todavía más a sus rivales en la clasificación general, lo que aumenta el carácter residual de la etapa de hoy. El único sentido de la misma descansa en los metros finales, los que discurrren por los Campos Elíseos. Allí, París rendirá pleitesía al nuevo rey del ciclismo.

Bugno está ahora a 3.36 minutos del navarro y Chiapucci a 5.56. La actuación del número uno del equipo Carrera fue extraordinaria. Nueve segundos le separaban del francés Charly Mottet (RMO), lo que amenazaba seriamente su tercer puesto en el podio. Éste era uno de los duelos que habían animado la etapa. Chiapucci, en un terreno que, supuestamente, le perjudicada, no encontró adversario en Mottet, el décimo, a 2.40 minutos de Induráin.

Bugno lo dijo en su día: "Induráin no tiene puntos débiles". Javier Mínguez, el director del Seguros Amaya, lo corroboró: "Miguel ha ganado este Tour sin despeinarse". Nadie osa ponerlo en tela de juicio. Induráin es el mejor en la montaña y el llano. No fue casualidad que ganara la contrarreloj de Alençon como tampoco lo fue que después, en la gran etapa de montaña entre Jaca y Val Louron, se hiciera con el maillot amarillo, el primero de su carrera.

"Con lo que le ha costado entrar, ya no me lo quito hasta París", comentó al día siguiente, cuando, por la mañana, descubrió que la talla de la prenda estaba muy por debajo de lo que su corpachón requería. No se lo ha quitado. La labor del Banesto fue tan exquisita en los momentos comprometidos que ni siquiera tuvo que esforzarse para conservarlo. Ahí estuvieron Bernard, el día de Alpe d'Huez, cuando Bugno asestó sus últimas dentelladas, o Pedro Delgado, que ayer se colocó el noveno en la clasificación general, en la etapa de Gap, la del segundo descuido importante del equipo español.

Tan perfecto control del ritmo de la carrera permitió a Induráin llegar al final sobrado de fuerzas, dispuesto a oscurecer aún más a sus rivales en una etapa que se anunciaba de trámite. No lo quiso así y, por si acaso, acabó golpeando.

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