_
_
_
_
CAMPEONATO DE EUROPA DE BALONCESTO

España se clasifica para las semifinales

ENVIADO ESPECIALTercera estación del viacrucis romano. El equipo español se clasifica para las semifinales y lo hace de puntillas y por la puerta pequeña. Se ha conseguido el primer objetivo -que se intentará rentabilizar al máximo- pero cada día que pasa resulta más complicado comulgar con ruedas de molino, sobre todo en una ciudad catalogada como santa. España gana, pero elige caminos tortuosos, sombríos, llenos de baches causados por ellos mismos más que por la habilidad de los contrarios. El encuentro frente a Polonia no pudo ser una excepción en la ya larga penitencia que sufrimos, en parte originada por pecados anteriores.

Con orígenes más cercanos a la psicología que a la pura ciencia deportiva, España no consigue rendir acorde con su calidad. Mientras sus adversarios juegan relajados, sueltos, alegres, en el equipo español domina la tensión no exenta de cierta crispación. Poco importa la valía del adversario o la importancia del encuentro. Los cientos de partidos disputados por los jugadores españoles se diluyen en cuanto el árbitro tira el balón al aire y en una curiosa transformación se convierten en temerosos aprendices que difícilmente pueden llegar a controlar sus acciones y emociones.

Más información
Un equipo bajo custodia

Atenazados, pasan de cazadores a cazados, de martillos a yunques. De forma masoquista se complican la vida innecesariamente insistiendo en conceder ventajas en los inicios de partido, que aumentan la inseguridad y falta de control. Carentes de líder natural, no existe un jugador designado y destinado a aglutinar esfuerzos y así poder cambiar el rumbo de los acontecimientos, y éste tiene que salir por ciencia infusa. Hasta ahora, Cargol está desarrollando este papel, a pesar de aparecer en pista como el Guadiana.

El jugador madridista está siendo el encargado de poner el punto diferencial en el juego español. Frente a Bulgaria hizo de refrigerador para enfriar la hirviente muñeca de M. Ladenov, y ayer quitó el freno de mano a la hasta ese momento lenta maquinaria hispana, para que se pudiesen realizar 10 minutos en el segundo tiempo del más genuino estilo español. Rebote -muy bien Martín y Andreu-, balón al base, dos aleros corriendo y fácil canasta. Por ahí se ganó el partido.

Porque la otra opción ofensiva, el ataque estático, sigue siendo cosa de brujas. Polonia planteó una zona de acople que no pudo ser resuelta con solvencia durante todo el encuentro. Ausentes los tiradores de distancia -Villacampa, 6 puntos; Epi, 8, y entre Antúnez y Jofresa, 10-, no quedaba otro remedio que intentar meterse hasta la cocina, zona habitualmente muy concurrida y de difícil tránsito sobre todo para los pequeños.

Por suerte, las baterías del equipo polaco no eran alcalinas como las búlgaras, y acabaron por agotarse. Zelig, veterano en mil batallas, Zielinski y Duda no pudieron cargar durante 40 minutos con todo el equipo, y la lozanía física del quinteto Antúnez, Villacampa, Cargol, Martín y Andreu pudo romper el partido.

Con el partido visto para sentencia (63-53, minuto 12 de la reanudación, y los polacos cuesta abajo), España volvió a dejar pasar la oportunidad de, como mal menor, terminar tranquilamente el encuentro, dejar buen sabor -importante cuestión de imagen- y de paso aumentar su autoestima. Tampoco estaban los hados por la labor.

Italia-España y Yugoslavia-Francia serán las semifinales. Francia se clasificó a pesar de su derrota ante Grecia (93-81) que necesitaba ganar por más de 17 puntos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_