El Mallorca dio un gran paso para ser finalista al ganar al Sporting en Gijón
El Mallorca dio un paso muy firme para disputar su primera final de Copa. El Sporting acusó demasiado la prórroga del partido del domingo y perdió toda la frescura y la riqueza de juego que exhibió ante el Logroñés.Para el Mallorca fue un partido cómodo, porque al Sporting le sobraron las ideas pero le faltaron las energías. Así que los hombres de Serra Ferrer se aplicaron como nunca a su tarea en la que destaca más la disciplina que la originalidad. Con un poco de orden frenaron relativamente bien a sus rivales.
En el desarrollo del juego fue decisiva la aportación de Nadal, que, con muchos metros para evolucionar, dejó claro su poderío. De un avance suyo con el balón controlado nació el gol y. después, originó otras muchas jugadas de peligro.
El Sporting echó en falta al búlgaro lordanov, el mejor organizador de cuantos dispone, cuya alegría en el juego ofensivo queda patente en cuanto toca el balón. Tuvo, eso sí, la nueva aportación de Juanele, que diseñó, con ese aire flaco y quebradizo que tienen los regateadores intrépidos, las mejores acciones ofensivas de su equipo. Tal parece que el Sporting inventa los delanteros a medida que los va perdiendo. Juanele es uno más, y sobresale muy pronto, en la larga lista que ha ido proporcionando Mareo en los últimos años.
Ahora sólo queda saber si el partido de ayer fue una interrupción en la hasta ahora imparable marcha del Sporting o una salida de la vía definitiva. La respuesta, no obstante, queda para el domingo, en el partido de vuelta.
Al contrario de lo que ocurrió el domingo el Sporting creó pocas ocasiones, pero la clave del partido fue que el Mallorca tuvo más ambición que el equipo ríojano. Comparación por comparación, éste fue un partido más de Liga que de Copa, en el que un equipo arriesga y el otro saca fruto de esa actividad. En la primera parte Isidro tuvo dos o tres intervenciones fundamentales para evitar que el resultado fuera más amplio. Ezaki, por su parte, sólo intervino en contadas ocasiones y en todas ellas puso de relieve que tenía una noche muy segura por alto. En la segunda parte hubo 10 minutos en los que el coraje del Sporting dio la impresión de que podía servir por lo menos para el empate, pero lo único claro que se sacó de esos momentos fue un remate de Óscar que sacó con apuros Ezaki y otro de Luis Enrique que se fue muy alto y sobre todo una espléndida acción individual de Juanele, cuyo chut pasó rozando el poste.
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