Chicago está a falta de una victoria para ganar el título
C. L. SMITH MUÑIZLa imbatibilidad de Los Lakers en su propia cancha ha resultado ser tan sólo de película. El guión que había preparado Hollywood para esta final de Liga no vendió. El público se cansó de las viejas estrellas y clamó por un protagonista nuevo. En realidad es justo. Los años ochenta, el decenio de los Lakers, finalizaron hace 18 meses y con la derrota de los Pistons de Detroit es apropiado coronar un nuevo campeón.
Chicago es un equipo mucho mejor de lo imaginado. Su momento histórico está por cumplirse. Los Bulls, con una ventaja de tres partidos a uno, necesitan únicamente una victoria para conseguir el primer título y romper por completo el mito de que el baloncesto es un deporte de gigantes. Se puede montar un equipo alrededor de un base si éste se llama Michael Jordan y se tiene paciencia con los jóvenes.
"Nunca soñé con este resultado. Ni siquiera lo consideré", se lamentó Magic Johnson, el base estrella de los Lakers. "Chicago es digno de todo crédito. No podíamos hacer nada".
La superioridad de los Bulls durante los play-offs ha sido casi absoluta. Los únicos partidos que han perdido, uno frente a los 76ers de Filadelfia y otro frente a los Lakers, fue a fuerza de triples en los últimos segundos, dos caprichos del destino. El domingo humillaron a Los Ángeles en su propia cancha. Ganaron por 15. Los Lakers sumaron tan sólo 82 puntos, un récord negativo, el peor rendimiento ofensivo. del club en un partido de final desde que se introdujo el reloj de posición en 1954. Fallaron sus primeros nueve lanzamientos del segundo tiempo, cuando el encuentro se llegó a sentenciar. Fueron momentos de total frustración. Colectivamente, en el segundo y tercer periodos, Los Ángeles falló 29 de 41 lanzamientos. "No estamos en un agujero sino en un pozo", afirmó Mike Dunleavy, entrenador de los Lakers. "Ningún equipo ha remontado un parcial de tres a uno en la final de Liga. Eso quiere decir que hay que intentar ser el primero. Espero que lo consigamos".
Es cierto que Chicago se ha encontrado con unos Lakers algo disminuidos. El alero James Worthy está tocado del tobillo izquierdo; el base Byron Scott, de la cabeza y del hombro derecho. Han sido demasiados obstáculos que superar. Pero estos son detalles que se olvidan con el tiempo. La historia elige sus campeones sin explicaciones. Nadie recuerda el codo inflamado de Larry Bird en 1985 o el desgarre muscular de Johnson en 1989. Sólo se tiene en cuenta que los títulos de esos años pertenecieron a los Lakers y a los Pistons, respectivamente.
Chicago subyugó a los Lakers como sólo ellos saben, a fuerza de rebotes y presión defensiva. Otro Lakers que defraudó fue el alero Sam Perkins, quien falló 14 de 15 lanzamientos. Ni siquiera los 27 puntos del pivot VIade Divac, un récord individual, fueron suficientes para remontar al equipo. Los Bulls se han convertido en un equipo completo. Sus cinco titulares sumaron un mínimo de 12 puntos cada uno y Jordan de nuevo superó a Johnson en su duelo personal. Consiguió más puntos (28-22), igual número de rebotes (cinco) y más asistencias (13-1 l). Las cifras confirman lo obvio: Jordan no tiene igual en el deporte.
"No sé qué vamos a hacer. Volver a casa decepcionados y frustrados", dijo Johnson. "Se preveía una final disputada. No esperaba esto. Tendremos que jugar al 110% de nuestras posibilidades el miércoles y esperar lo mejor. Los Bulls son mejor equipo que Portland, porque juegan con más paciencia. Además tienen un gran jugador. Me quito el sobrero ante mi rival".
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