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Reportaje:

El precio de los famosos

Los presentadores de televisión aprovechan el tirón de la popularidad

José Sámano

Joaquín Prat y Matías Prats son los primeros populares de la televisión que han decidido mimar profesionalmente su imagen y ponerla en manos de la empresa Videomedía. Otros profesionales, como Alfonso Arús o Joaquín Arozamena, prefieren controlar su imagen ellos mismos, y también hay quienes optan únicamente por las campañas institucionales. Cada día son más los famosos de la televisión que compaginan sus programas con actos o anuncios publicitarlos al margen de su trabajo periodístico, aprovechando el tirón de la popularidad que les da la pequeña pantalla.

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El control de la imagen

Tanto Joaquín Prat como Matías Prat han confiado la utilización de su imagen a la empresa Videomedia, que gestiona los actos y campañas publicitarias en las que participan, además de producir sus programas en la radio y en la televisión. Profesionales como Alfonso Arús o Joaquín Arozamena también se han lanzado, aunque por libre, a hacer bolos (término del sector para referirse a la participación en actos, conferencias, anuncios publicitarios...). Todos coinciden en afirmar que su popularidad puede resultar efímera y sería estúpido no aprovechar el momento. Las tarifas tienen un mínimo, alrededor de medio millón de pesetas, pero todos guardan celosamente las cantidades que llegan a cobrar por prestar su imagen.Ofertas

Julia Otero fue la última presentadora a quien TVE denegó, en enero de 1990, el permiso necesario para aparecer en un anuncio publicitario porque entonces no había pasado el tiempo suficiente desde que terminó el programa La luna, informa Inmaculada Vicente.

Ahora, Julia Otero cree que sería quijotesco no aceptar las propuestas para trabajar en publicidad, porque "son oportunidades que sólo se presentan en una época determinada de la vida". Aunque reconoce que ha hecho publicidad muy pocas veces, Ia he hecho siempre que mi trabajo me lo ha permitido, que es lo único que me interesa de verdad". No es partidaria de hacer galas, ni pregones de fiesta mayor, ni presentaciones en discotecas. "No soy un bicho de circo que se pueda pasear", afirma. No quiere comentar cuáles han sido los ingresos conseguidos con la publicidad: "Nunca hablo de dinero, es un tema privado. Siempre es menos de lo que se dice, se escribe o se piensa". Lo que sí ha hecho dos veces es participar en actos benéficos, "evidentemente, sin cobrar nada".

Joaquín Arozamena y Alfonso Arús son dos ejemplos de profesionales de la pantalla que prefieren autogestionar su imagen y también son conscientes de que su popularidad es irregular. "En nuestra profesión estás y no estás, apareces y desapareces, habitualmente sin razones objetivas", afirma el presentador del programa de TVE-1 En buena hora, que jamás acepta ser telonero de nadie y no representa nada que no pueda suscribir.

"Jamás anunciaré bebidas alcohólicas, simplemente porque yo no bebo", dice Arozamena, que prefiere las conferencias. "A veces te piden cosas insospechadas, como ir a hacer bulto en cualquier tipo de acto, y encima gratis", comenta Arozamena que por lo general no cobra cuando se trata de acontecimientos benéficos. Su precio varía según las características del acto y sobre todo de quién lo organice. "Si se trata de alguien al que le sobra el dinero, por supuesto que cobro". Una charla o mesa redonda que le obligue a un desplazamiento cuesta entre 50.000 y 500.000 pesetas. Las presentaciones fluctúan entre las 200.000 y 300.000 pesetas. Consultado sobre la etiqueta de sus compañeros más populares -presumiblemente por encima de la suya-, Arozamena apunta a modo de aforismo: "En este ne gocio se miente más que se habla".

Al contrario que sus compañeros, Arozamena se considera una víctima del mercado publicitarlo. Sólo ha conseguido participar en una campaña de Tráfico hace dos años. Le han ofrecido promociones muy rentables, pero después de pedir "ortodoxamente" permiso a la dirección del Ente Público, se lo negaron. "Me dijeron que no podía anunciar nada, aunque fuera publicidad institucional, y 48 horas después dos compañeros lo hicieron". Desde TVE le respondieron que aquellos privilegiados, "que ni siquiera habían pedido permiso", no cobraban.

El catalán Alfonso Arús, presentador del espacio de TVE-1 Los vídeos de primera, recién estrenada su popularidad y debutante en el mundo publicitario, esquiva la mayor parte de las variopintas ofertas que recibe. Todo le suena "a tinglado", pero, frente a otros televisivos que critican este mercado paralelo, asegura haber comprobado que, "de un modo u otro, la mayoría sucumbe". Arús mantiene en exclusiva "una humilde relación" publicitaria con la empresa que patrocina Los vídeos de primera, "de la cual TVE se enteró antes que yo", asegura.

Ángeles Caso, codirectora del programa de Radio 5 No somos novios, se planteó hace años que prestarse a participar en los bolos no le compensaba, "fundamentalmente porque si tienes poco tiempo libre no deseas destinarlo a ese tipo de actividades, a no ser que tengas muchas ambiciones económicas", asegura.

Profesionales como María Escario, presentadora de un programa deportivo dominical, y Elena Sánchez, presentadora del telediario de mediodía, han solicitado permiso. "Yo también pido siempre permiso, y eso que no soy de la casa", apunta Joaquín Prat.

Mantener la credibilidad

Ni los que van por libre ni los que eligen asesor creen que su trabajo pierda credibilidad por convertirse esporádicamente en actores de todo tipo, a excepción de Ángeles Caso.

La periodista, que sí participa junto con su compañero Paco Lobatón en las campañas publicitarias de Hacienda, "por su carácter institucional", manifiesta que nunca ha sido la cara famosa de anuncios de empresas o productos.

Afirma que si un periodista se dispone en un momento dado a recibir dinero por vender publicitariamente las bondades de un organismo privado o sus productos "puede plantear en el futuro al público dudas sobre su credibilidad e independencia".

Matías Prats resume así un sentimiento generalizado entre los profesionales: "Me gusta mi profesión y me gustaría tener mi vida arreglada por completo en Televisión Española, pero sería estúpido no aprovechar mi popularidad actual".

Además, en su caso particular, el comentarista deportivo está convencido de que su buen momento es coyuntural, "sernejante al de los deportistas, que tienen una vida profesional muy corta. Yo no tengo una pluma extraordinaria, ni cualidades que me hagan sobresalir en otras actividades, ahora gusto y quizá dentro de poco ya no".

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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