A más calor, más sexo
Desde las once en punto de la mañana el público madrileño desprovisto de su inocencia por la edad puede jugar al veo-veo. La frasecita es el reclamo utilizado por una sex shop que, además de los servicios propios de su género (prensa erótica, instrumentos de placer, complementos para todo tipo de prótesis sexuales, cintas de vídeo, lencería heterosexual y proyección en cabinas), ha inaugurado en Madrid el primer beep show. Un espectáculo donde el interesado o interesada, incluso la pareja algo apretujada, puede disfrutar de las evoluciones de una señorita que en más carne que hueso provocará su excitación llevando a cabo uno de los contoneos porno preparados para la ocasión.El verano, lejos de disminuir la actividad del sex tour madrileño, añade a los locales un ambiente relajado en clientela y refrigeración. La sex shop de Bravo Murillo ofrece el aliciente de consumir una copa a precios moderados -mínimo de 400 y 600 pesetas el trago-, antes y después de las cuatro de la tarde, con 10 señoritas que bailotean en la pasarela desnudando sólo el 50% superior de su cuerpo.
Atención a los precios: ocho aros para el miembro masculino engarzados en singular correa de cuero, 3.800 pesetas; poco más de 2.000, u.n genuino tanga para paquetes reventones; amplio catálogo de vibradores, mayor si cabe en exóticos preservativos, y prohibitivos precios para las cintas de vídeo -13.000 pesetas-, canjeables después por otros títulos.
El Hollywood Show Center es todo un hipermercado de Eros, con un mareante parpadeo de bombillas y disc jockey propio que se desgañita anunciando la actuación de cada una de las chicas con el mismo tono que lo haría un locutor de frecuencia modulada. Aspecto genuinamente americano y desconfianza de provincias ante los curiosos.
Dos chicas titubean a la entrada. "Seguro que nos miran fatal, pero no somos más que dos clientas buscando un regalo para un amigo. Algo un poco sexy que parezca una broma. El problema son los precios, ¡qué burrada!".
En la calle del Barco les espera Leo. Un tipo simpático, buen conversador, desinhibido y partidario de llamar al pan, pan y al vino, vino. Mira hacia sus vitrinas con una lucecilla pícara en los ojos. Orgulloso especialmente de la caja que contiene las evoluciones de Jeff Stryker, la pornoestrella americana por excelencia. Junto al envase, una reproducción exacta del pene del artista. "Es real, ¿eh?'. "¿Ah, sí? ¿Cuánto mide?". "Espera". De su mostrador saca una regla y diagnostica: "Veinticuatro centímetros". "También nos gusta Christopher Lambert, Mike Rourke y Mel Gibson, mí favorito" Entre tanto, Adonis, poster autografiado con toda la plantilla del Real Madrid. "Michel", dice Leo mirando al techo, "nos encanta. Nuestros mejores clientes se gastan entre 30.000 y 40.000 pesetas, porque la mayoría del género es de importación. Por ejemplo, la revista más vendida, Coltmen, 3.000 pesetas". A la salida, un aviso llama la atención: "Se necesitan chicos para porno show". Frente al negocio, pensado para el consumo homosexual y hedonista, se encuentra un recién abierto beep show exclusivamente gay. Es el primero de España con pornoespectáculo en vivo y el mismo sistema de cabinas. Mínimo, 200 pesetas la hora; tiempo extra, otras 100. De momento, las estrellas de abultados paquetes esperan recibir nuevos compañeros para poder descansar, que supondrán una novedad para los voyeurs que los observen desde la intimidad de las cabinas.
Shows todo el año
Calle Pelayo, 23. Atocha, 70. Caballero de Gracia, 2. Desengaño. Valverde, 20. Barco, 12, 43 y 32, ambiente gay. Bravo Murillo, 360, pasarela. Cardenal Cisneros, 18. Calle de la Cruz. Tres Cruces, 5. De 10.00 a tres de la madrugada.
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