_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Veraneo

Una parte de los españoles ya ha empezado su veraneo, y otras partes lo empezarán en sucesivas quincenas. Aquí se veranea por tandas. Los que pueden, naturalmente, pues no todos los españoles tienen preparado el bolsillo para veranear. Para veranear, por ejemplo en la playa, hay que ser millonario, o parecerlo, lo cual se consigue pidiendo un crédito o pegando un sablazo.Los hoteleros de las zonas turísticas barruntan crisis porque disminuye el número de veraneantes y los veraneantes efectivos no están dispuestos a gastarse los cuartos alegremente. 0 sea, que no es como antes. Antiguamente, los españoles conseguían veranear sin penas, para lo cual se arremangaba el ama de casa, iba a la compra, preparaba unas comidas arregladitas, excepto algunos días en que la familia decidía darle un homenaje liberándole de estas tareas y se iban a comer todos a un restaurante. En estos tiempos, sin embargo, comer de restaurante abolla el presupuesto. Sale el cabeza de familia con 10.000 duros en la cartera y cuando vuelve no le queda ni para pipas. Así que, durante el veraneo, los homenajes, en el apartamento y con gaseosa.

A los hoteleros les traía sin cuidado que no acudieran españoles a sus establecimientos, pues los llenaban de turistas que venían a disfrutar del sol de España embotellado y sin embotellar a bajo precio y, de paso, a ver a las mujeres con la navaja en la liga. Pero ya no vienen porque los precios ahora son prohibitivos, el sol sale en cualquier parte y ni siquiera hay mujeres con navajas en la liga. No por falta de navajas, sino de ligas. Una vez acompañé a la farera de Cádiz a comprar un liguero: le costó encontrarlo, y cuando lo encontró, resultaba que las ligas le bajaban por delante de los muslos, en vez de bajar por los lados, que al parecer es como Dios manda. Si los hoteleros necesitan saber por qué han perdido clientela, ahí tienen una pista.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_