Con su camiseta y su canesú
Italia, la selección favorita, luce un sedoso uniforme azul intenso
Los jugadores de Italia se distinguen de los demás en que, con su sedoso uniforme azul intenso, parecen desvestidos por Armani Cuando se abren a la prensa en su retiro de Marino, en la terraza del hotel Hello Cabala -en torno a una piscina neoimperial y con Roma, ebria de smog, tendida abajo-, se muestran simpáticos como actores y refinados como modelos de alta costura. Se les nota en la cara, no sólo en el traje, que van para campeones, que aspiran al título.
En comparación con los miembros de la selección española, que en paz descanse, parecen europeos de verdad. Por ejemplo, Giannini es a Chendo lo que Marcello Mastroianni a Alfredo Landa, y hasta Butragueño parece un recluta si se le pone al lado de Carnevale, que se desliza como un cisne con gafas Ray-Ban, por entre el despliegue de técnicos, azafatas y periodistas.El seleccionador, Azeglio Vicini, tiene por su parte el aspecto de un maduro galán, ya en el papel de padre preocupado por colocar bien a sus hijos. Incluso en el banquillo suele comportarse adecuadamente, y no como Luis Suárez, que en cuanto podía se sacaba la chaqueta. Como el equipo italiano va viento en popa, la rueda de prensa es relajada, llena de versallescas composturas, pero cualquiera que haya asistido a unos cuantos de estos encuentros sabe que, cuando las cosas se tuercen, unos y otros se lanzan cuchillos envenados.
El jugador más amado
En la mañana del martes faltó a la cita el jugador más amado, por ahora, de un campeonato que se caracteriza por su fugaz intercambio de pasiones. Salvatore Schillaci, Totó, parece que no tuvo ánimos para seguir respondiende a quienes caen sobre él con ese entusiasmo agotador reservado para las novedades. "Es un tímido, un ingenio, un inocente", dicen. Dicen también que, cuando un amigo le condujo a todo correr al aeropuerto para que velara a Turín a ver a su hijo recién nacido, comentó señalando un helicóptero: "Y eso de ahí, ¿cómo se las arregla para sostenerse en el aire?"
Nada que ver con el guardameta Zenga -tres pulseras de oro en la muñeca izquierda-, cuya buena labia le hace conducir con éxito el programa televisivo Forza Italia, y que ayer mismo cortó en seco a un informador que le acusaba de ser un privilegiado del fútbol: "Hace mes y medio que no veo a mis hijos. ¿De verdad cree que es un privilegio?". Y acto seguido dijo: "Gano mucho dinero y posiblemente soy conocido en medio mundo, pero le aseguro que todo esto no lo he ganado en una rifa".
El hotel Helio Cabala está en una colina sobre el lago Albano, es una hermosa villa de estilo romano que durante estos días ofrece un toque Disneylandia muy acorde con el carácter infantil que el fútbol imprime a los hombres, o quizá viceversa.
Pocas bromas
Un gran oso de peluche ataviado con los colores de Italia preside la terraza y en la piscina flotan colchonetas igual de emblemáticas. Los fotógrafos están un poco hartos de retratar sólo niños bonitos en posturas estáticas; quieren un poco de acción, pero nadie se arroja al agua ni se pone a hacer el pino. Reposan lánguidamente en hamacas los ídolos, y sólo Roberto Donadoni, llamado el dúctil, tiene el gesto de fingir que juega al billar para proporcionar selectas instantáneas.
"Estoy seguro de que por la noche se gastan bromas,juegan a tirarse almohadas, se llenan los zapatos de pasta dentífrica y untan las sábanas con mantequilla", comenta un colega italiano. La gran incógnita es si también duermen con pijamas de diseño.
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