7.000 personas reivindican la cultura en la calle

El concierto para reivindicar la cultura de la calle en Madrid fue aplaudido por unas 7.000 personas que acudieron ayer al Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid. Las dos localidades que compró el concejal de Centro, Ángel Matanzo, quedaron sin ocupar. De este concejal tan sólo se vieron las caretas de cartón que llevaban los artesanos de la plaza de Santa Ana. A pesar de que los organizadores no quisieron que el concierto, en el que participaron un centenar de artistas, se centrara en la crítica al concejal popular, éste les había manifestado que la participación en el acto podía comprometer los contratos de los cantantes para las fiestas madrileñas.

Heavys, purpurina de mimos, canta autores, cómicos, pops con tintes guitarreros, jazzistas y flamencos se mezclaban en los camerinos con los críticos y las copas, encantados de reconocerse en un ambiente de patio de vecindad. Miguel Ríos, Joaquín Sabina, Javier Krahe y Luis Eduardo Aute se rejuvenecían por encontrarse de nuevo "en la vieja lucha".Para Luis Eduardo Aute, "parece que las autoridades están fomentando una movida frívola y pija y dejando de lado otra más arriesgada y ácida". La continua celebración de fiestas de lujo y lentejuelas en la futura capital cultural europea y la paralela clausura de las actuaciones en vivo en pequeños locales son para Aute "aplastar la calle con rascacielos".

El poeta y pintor se lamentó de la proliferación de lo que el llamada musicola, en clara referencia a la marca patrocinadora "de una nueva música hecha a partir de estudios de marketing".

Pablo Carbonell, el cantante de Toreros Muertos, manifestó que la revolución todavía es posible, "más dificil fue que apareciera una teta en televisión". El joven cantante se quejó de que se hubiera esfumado el ambiente que creó Tierno Galván, "con Santa Ana, radios libres y parques y locales para tocar".

A pesar de que los horarios previstos se atrasaron, de que las presentaciones se improvisaron y de que las luces de acceso al escenario se apagaron haciendo que los artistas chocaran entre sí, intercambiándose ánimos y sudores, Joaquín Sabina estaba encantado con este caos controlado y fresco. "Es maravilloso que la organización sea un desastre. Para organizar ya está el Ayuntamiento, que tiene bellísimas azafatas y policías municipales".Los promotores de la idea de este macroconcierto, que cerró Ana Belén, han cubierto gastos y han creado "una caja de resistencia" para repetir este tipo de actos cuantas veces sea necesario. "De momento, las instituciones nos van a asumir como interlocutore", explicaba uno de los impulsores del concierto.

Un manifiesto que leyeron Juan Diego, Ana Belén y Willy Montesinos resume las denuncias de este colectivo de actores. "El detonante que nos ha puesto en marcha ha sido los represivos e irracionales hechos realízados por las autoridades municipales madrileñas, como el cierre de locales, erradicación de puestos de artesanos e interrupción temporal en centros de formación artística municipales, o la paralización de programas culturales de participación ciudadana con la llegada del gobierno municipal".