Sin caballos
La feria de Sevilla no tiene caballos este año. Sin caballos, a la feria de Sevilla le falta uno de sus más vistosos componentes, pero todos los demás están en la explanada de Los Remedios, y aun sin caballos el espíritu de la feria permanece puro, lo cual se dice sin ánimo de ofender.Algunos sevillanos se consideran depositarios del espíritu de la feria y no toleran interpretaciones de las gentes del norte que, naturalmente, son todos los nacidos de Despeñaperros p'arriba. También aseguran que si en la feria se oye a alguien que no tenga acento andaluz, los que sí tienen acento andaluz se ponen malos. Y no es cierto. Los sevillanos son hospitalarios, y únicamente les molestan aquellas gentes del norte que bailan las sevillanas dando zapatetas y cantando "¡Ay madre que me lo han rotooo...!".
Tanto de Despeñaperros p'abajo como de Despeñaperros p'arriba, a los españoles lo que más les gusta en el mundo es divertirse. En realidad les gusta divertirse todo el año, pero por si acaso viene siniestro garantizan la diversión organizando feria a fecha fija. Los valencianos prefieren marzo, porque es San José; los pamploneses, julio, porque es San Fermín; los sevillanos, abril, porque es primavera, y también puede ser aprovechando la feliz circunstancia de que el Pisuerga pasa por Valladolid. Como se ve, todo vale para poner cuerpo de jota.
En las casetas sustancia y define la feria de Sevilla gran parte de su razón de ser, y las hay muy diversas. Una la titulan Los Macarenos Donantes de Flores del Mercado de la Encarnación, maravilloso nombre; otra, Oncocito, que ya es llamarse. Allí se toman copas, se sirven tapas, se bailan sevillanas, se charla con acento andaluz o sin él. Las calles reciben nombres de toreros y las pasean caballistas. Este año no, por causa de la peste equina, y resulta difícil suplirlos, pues cabalgar la calle de Juan Belmonte a lomos de un transeúnte o recorrerla con trotecillo jacarandoso azotándose la nalga no tiene el mismo color.
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