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El Milán acusó las bajas, pero mantiene su condición ganadora en la Copa de Europa

Santiago Segurola

ENVIADO ESPECIALFue intensa, apasionada y vibrante en ocasiones, pero esta vez la noche de San Siro no fue grandiosa. Desangrado por las bajas, el Milán tuvo que apelar a la pugna y al deseo, los atributos más emocionales del juego, un recurso que explicó el peso de las limitaciones que sintió el equipo italiano durante casi todo el partido. El Bayern, un equipo de estructura sólida y carácter fuerte, explotó el sentímiento de vulnerabilidad del Milán y planteó un partido de corte abrupto, subterráneo, sin ninguna concesión a la belleza. Tan sólido y germano como es el Bayern, finalmente también tuvo que rendirse al asalto de este Milán rebajado por las ausencias de Donadoni, Ancelotti y Gullit pero ambicioso y ganador.

El Bayern jugó con la vieja idea italiana del fútbol. Todas las referencias del catenaccio estaban en un equipo de orientacion estrictamente defensiva, con un sentido especulador del juego que sobrevivió hasta el gol de Van Basten. Su eficacia fue notable hasta ese momento, pero el Bayern no salió de San Siro como alternativa de poder al Milán. El patrimonio de la ambición, la idea y el riesgo lo tiene todavía el equipo de Arrigo Sacchi.

El dato más apreciable del Bayern fue el talento de Aumann, un portero extraordinariamente dotado en todos los aspectos de su trabajo. La actuación de Aumann fue soberana. El Milán, que vivió angustiado casi todo el partido por el curso del resultado, sumó al menos seis ocasiones meridianas ante el guardameta alemán. En todas estuvo espléndido Aumann: sacó un mano a mano dificilísimo frente a Van Basten, que le colocó un balón con el interior de la bota al palo contrario; aguantó y se hizo goma en otra aparición de Stroppa; cazó un cañonazo de Maldini que viajaba al ángulo; desvió un remate cruzado y venenosos de Tassotti, y finalmente se adelantó a Borgonovo en una jugada de fantasía del delantero milanista. Sólo le faltó detener el penalti a Van Basten, pero ésta es tarea de dioses. En San Siro, Aumann sólo fue sobrehumano.

El relato de ocasiones reveló la presión del Milán y su enorme poder balístico, un detalle que hace perdonar el discurso embarullado que empleó frente al Bayern de Munich. La ausencia de Donadoni y Ancelotti fue excesiva para un equipo que dependió demasiado del coraje de sus jugadores.

Sin Ancelotti, un futbolista ganador y listo, y Donadoni, la quintaesencia del centrocampista completo, el centro del campo del equipo italiano estuvo deshuesado. Colombo, por la banda derecha, y Simone, de media punta, no alcanzaron en ningún momento la maestría de sus dos compañeros ausentes. Y adelante, Marco Van Basten padeció el contundente marcaje del internacional Kohler, un central poderosísimo, metálico, de ideas fijas, que persiguió a Van Basten hasta la ducha y le buscó los tobillos siempre que pudo.

Privado de la fantasía en el centro del campo -Rijkaard no pudo con la acumulación de trabajo que se le vino encima durante todo el partido- y con problemas el artista Van Basten, el Milán murió y ganó con la fe y el sufrimiento de los ganadores, una condición que por lo visto también posee este equipo en los momentos de gran dificultad.

Resto de partidos

En la otra semifinal de la Copa de Europa, el Olímpico de Marsella se impuso al Benfica de Lisboa por 2-1, en partido disputado en la localidad francesa, ante unos 43.000 espectadores. Los goles del Marsella fueron obra de Sauzee y Papin, minutos 14 y 44, mientras el del Benfica fue marcador por Nilis, minuto 11.

En la Recopa, el Anderlecht ganó en Bruselas al Dinamo de Bucarest por 1-0, gol conseguido por Nilis, en el minuto 64.

En la Copa de la UEFA, la Juventus se impuso al Colonia por 3-2, en Turín.

Los partidos de vuelta se disputarán el próximo 18.

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