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Dos hinchas del Feyenoord, condenados a 18 y 24 meses de cárcel por lanzar bombas caseras

Isabel Ferrer

Dos hinchas del equipo holandés Feyenoord, de Rotterdam, de 18 y 19 años de edad, fueron condenados ayer a un año y medio y dos años de cárcel, respectivamente, cuatro meses después de haber lanzado dos bombas de fabricación casera contra la salida de las gradas del estadio del Ajax, de Amsterdam. Los artefactos hirieron a 19 personas, a cuatro de ellas de gravedad. Según el tribunal de Amsterdam que dictó la sentencia, ambos conocían perfectamente los efectos mortíferos de los explosivos que arrojaron y, sin embargo, no dejaron de hacerlo.El duelo entre el Ajax y el Feyenoord es uno de los encuentros de máxima rivalidad de la Liga holandesa, comparable a los que sostienen el Real Madrid y el Barcelona. El del pasado 22 octubre finalizó con el resultado de empate, 1-1, y no fue interrumpido a pesar de los incidentes que se habían producido en su desarrollo.

Durante la vista, uno de los acusados declaró haber lanzado la bomba sólo para oír su estallido. El otro afirmó, por su parte, que arrojó la suya entre el público porque, de haberlo hecho al terreno de juego, el árbitro habría suspendido con carácter inmediato el partido. Los artefactos, muy bien hechos, según la versión policial, estaban formados por botes de conserva rellenos de clavos y balas de fusil. La onda expansiva alcanzó a personas situadas a varios metros del lugar en el que la explosión tuvo efecto.

Hasta ahora, los jueces holandeses sólo habían condenado a los hinchas exaltados a varios meses de servicios cívicos forzados. En su mayoría, se trataba de menores de edad causantes de peleas o que habían atemorizado a familias enteras en los trenes de regreso a sus ciudades de origen tras presenciar los partidos de turno.

Precisamente, estas últimas acciones han llevado a la policía y a los ayuntamientos de las capitales con equipos famosos a formar auténticas flotas de trenes y autobuses escoltados por sus agentes cada vez que el encuentro que se disputa es calificado como de alto riesgo. Así, todos los espectadores que emplean transportes públicos para trasladarse de un sitio a otro son obligados a tomarlos. Una vez llegados al campo correspondiente, son registrados a fondo antes de que puedan penetrar en el recinto y ocupar su localidad.

Experimento

La medida empezó casi como un experimento tras el Ajax-Feyenoord. Aquel choque fue vigilado en octubre por cinco pelotones de la policía, con 300 agentes de servicio, que no pudieron impedir los incidentes cuyos autores han sido juzgados ahora.Este sistema, unido a la instalación de pantallas de vídeo que cubren todo el campo para filmar las imágenes de los aficionados violentos y los rigurosos registros policiales a la entrada de los estadios, parece haber traslado las peleas a las inmediaciones de los campos. Así, en los últimos meses, las estaciones de tren y algunos barrios periféricos de las ciudades suelen ser los escenarios perjudicados por las trifulcas.

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