Fórmula 1 y bicicletas
Los Alain Prost y los Ayrton Senna actuales fueron en los años sesenta Graham Hill, Bruce MeLaren y Bob Bondurant. Sus habilidades para la conducción espectacular son el sustento de la trama vibrante y la trepidante acción de Grand Prix. Son sus rostros y los de otros pilotos profesionales los que se esconden detrás de las aparatosas escenas de competición que John Frankenheimer seleccionó de entre multitud de documentos reales filmados en los di stintos circuitos del Campeonato del Mundo de Fórmula 1.Fuera de los bólidos, son los rostros de James Gardner, Yves Montand, Toshiro Mifune y Brian Bedford quienes dan vida a estos héroes que lejos de la pista entablan otro tipo de rivalidad por los amoríos de las cover girls que pululan en su entorno.
La película se rodó en Montecarlo con abundantes medios técnicos que Frankenheimer supo explotar. Aportó su experiencia en la televisión como ayudante de Sidney Lumet y realizador de series para lograr un ritmo vivo. Aprovechando ciertos recursos televisivos en el montaje consiguió centrar el clímax del argumento en las escenas de velocidad. Lo más interesante de la película.
Así, el director conquistó a todos los amantes del automovilismo y consiguió una de las películas de mayor éxito de Sil momento. Pero Gran Prix narra también la historia cotidiana de estos solitarios corredores, relata sus enfrentamientos, sus éxitos, sus fracasos y la parafernalia inevitable que los envuelve. El excelente reparto masculino internacional se compensa con la presencia de Eve Marie Saint, que en plena madurez conserva su frescura juvenil. Aunque hoy las revistas especializadas y la programación deportiva de las televisiones hayan familiarizado al espectador con estos monstruos del volante, el material de Grand Prix no deja de ser un reclamo de calidad indiscutible.
Los 1.000 o más caballos de potencia de estos coches de carreras se reducen al pedaleo de unos inocentes niños en Los bicivoladores. La película, estrenada sin éxito en 1986 en las pantallas españolas, no confirma el extraordinario auge del cine australiano en los últimos años. Es un simple producto realizado al amparo de los éxitos recientes del cine americano. Brian Trenchard Smith es un desconocido director británico residente en Australia que no consigue cautivar al espectador infantil a no ser que sea un aficíonado a los excelentes números acrobátícos sobre bicicleta.
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