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El Milán también supo maniatar al Barcelona

Arrigo Sacchi, técnico del Milán un hombre campechano, elegante aunque no lo parezca, capaz de soportar al dios Berlusconi, admirador de Sofía Loren y Al fredo Di Stéfano, acabó hace un alo con los delirios de grandeza de Leo Benhakker, hace tres semanas puso punto final al sueño de un osado John Benjamin Toshack y, por lo visto anoche, lleva camino de hacerle perder a Johan Cruyff su segundo título de la temporada.Sacchi imparte su lección partido tras partido, disponga o no del once ideal -Cruyff sí lo tuvo anoche-, le falte medio equipo (Baresi, Gullit, Fillipo Galli, Ancelotti, Colombo y Borgonovo), o cuente con sus titulares. Sacchi juega siempre igual y, a diferencia de Leo, Benjamin o Johan, intenta que el rival se preocupe de sa equipo. No a la inversa.

Eso fue lo que hizo anoche en el Camp Nou y repetirá el domingo ante el Lecce, dentro de diez días frente al Bolonia y en dos senianas contra el Barça, en San Siro. Y con esa seguridad, obliga a los demás a Jugar a remola que de su equipo. Son sus rivales los que se preocupan de él y se pasan la semana temiendo por su defensa en línea adelantadísima, su mecánico tocar sin mirar, el pase ciego al hueco sabiendo que alguien llegará al balón.

Barcelona y Milán disputaron anoche un hermoso encuentro Más que bonito fue limpio, táctico, relampagueante pues los mo mentos de tensión, de interés, de incertidumbre, las oportunida des al fin y al cabo, se produjeron a cuentagotas pero cuando se producían todos se levantaban de su asiento. Los dos equipos pusieron entusiasmo y corazón en el partidos; olvidaron de la dureza y decidieron echar un pulso limpio. En este primer duelo perdió el Barcelona porque empató y, además, encajó un tanto doble. Y perdióporque, en el fondo, pese a tener más estrellas sobre el campo, más multimillonarios que el Milán, tuvo menos equipo y, sobre todo, se vio obligado a jugar lo poco que le dejó el rival.

Este Barça volvió a demostrar que, hasta ahora, sigue sin hacer cosas para confiar ciegamente en él. Tuvo, eso sí, quince minutos providenciales en los que noqueó al Real Madrid en el Camp Nou, pero ha perdido la Recopa y está a punto de desperdiciar su tercera Supercopa. Y todo porque le falta lo que le sobra al Milán: fe en su entrenador y confianza en su sistema de juego.

La diferencia de anoche entre unos y otros es que en el Barça se notó que sus jugadores improvisaron un nuevo estilo de juego, una manera de acabar con el muro de Berlín milanés, con esa obsesión de asfixiar al rival en el círculo central. Ellos, los azulgrana, que viven al día, se vieron obligados a intentar el más difícil todavía. Y, encima, frente al campeón de Elaropa.

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