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Tribuna:LA ACTIVIDAD ECONÓMICA DE LAS INSTITUCIONES DE CARÁCTER SOCIAL
Tribuna
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La ONCE y las altas finanzas

Leí hace unos días en la Prensa una noticia que me congratuló. La Cruz Roja, institución hermana de la ONCE, había tomado, gracias a un legado, el 5% de las acciones de una de las sociedades que aspiran a convertirse en concesionarias de la gestión de la plaza de toros de Las Ventas. Creo que es una estupenda idea. La Cruz Roja siempre ha estado próxima a las diferentes fiestas populares españolas. Hay, incluso, una cierta tradición de celebrar corridas de toros en beneficio de esa benemérita institución. De manera que ninguna garantía es mejor para asegurar que parte de los beneficios de la explotación de Las Ventas van a ir a parar a tan benéficas finalidades que incorporar al accionariado a la propia Cruz Roja.Me ha sorprendido luego, sin embargo, ver cómo ha reaccionado ante este acontecimiento algún periodista concreto. Es natural, desde luego, que a los demás licitantes les inquiete la circunstancia que acabo de exponer, sobre todo porque no se les haya ocurrido antes a ellos. Pero, lo sorprendente es que alguien haya tratado de elevar, desde aquellas inquietudes económicas estrictamente personales, consideraciones de carácter general sobre la inidoneidad de la Cruz Roja para formar parte del capital de una compañía que va a explotar una plaza de toros.

Debería quedar muy claro, de una vez y para siempre, que el hecho de que una organización no gubernamental no reparta dividendos entre sus beneficiarios tampoco supone ninguna tacha o ilegitimidad para participar de pleno derecho en el mundo de los negocios, y debería también documentarse mínimamente quien quiera rebatir este aserto, por lo menos quien lo quiera hacer desde una supuesta neutralidad, porque conviene, en todo caso, hablar siempre con conocimiento de causa y tratando de servir a la verdad.

Coinciden estos hechos con otros que afectan a la ONCE y que tienen una estructura ideológica similar.

Leo también estos días, en un libro que está haciendo fama, que la presencia de la Organización Nacional de Ciegos en algunas operaciones financieras de altos vuelos, que se han generado en nuestro país durante este último año, se debe en gran medida a que la ONCE es un formidable instrumento financiero que el Gobierno está utilizando para sentar posiciones firmes en las principales instituciones económicas del país.

Me llama la atención esta explicación curiosa. No me parece lícito exigir a ningún escritor que le ponga frenos a su imaginación. Me alegra, por el bien de la cultura española, que se escriban libros vibrantes. Incluso me parece obligado que se escriban al servicio de una idea que su autor ha configurado con más o menos esfuerzo. No sé siquiera si es importante en estos casos que prevalezca la verdad o la descripción novelada, aunque, de cualquier modo, creo que si sería exigible que los autores de estos libros pudieran acreditar haber buscado la verdad, puesto que así por lo menos siempre estarían en situación, de demostrar que no se escribe al dictado de nadie.

Diversificación

Estableceré, en lo que a la ONCE concierne, como verdad absoluta, por si a alguien pudiera interesarle, que la institución que dirijo no ha recibido jamás, ni directa ni indirectamente, la menor insinuación, ni del Gobierno como conjunto ni de ninguno de sus miembros, para que intervenga en cualquier operación financiera. Mucho menos, desde luego, para que lo haga en defensa o en apoyo de cualquier grupo o persona determinada.

La ONCE anda metida en finanzas porque, según nos hemos ocupado de decir hasta desgañitarnos, queremos diversificar nuestra actividad económica, hasta hace poco apoyada en la única fuente que es el cupón. Queremos hacerlo porque queremos tener bases más sólidas y más amplias en las que sustentar una economía que alimenta a miles de ciegos y minusválidos de diverso carácter, que no encuentran fuera de nuestro ámbito lugares donde demostrar que son seres humanos útiles para el empleo y productivos.

Para conseguir este efecto se han elegido los objetivos que nos han parecido más idóneos. Lógicamente, algunos de estos objetivos están más próximos a los intereses de unos grupos económicos que a los de otros; pero esto, como seguramente se comprende sin dificultad, es inevitable.

Lo importante de este esfuerzo, según nos ha parecido siempre a los que hemos tenido la responsabilidad de impulsarlo, es que está poniendo de pie a un colectivo que hasta ahora se ha movido de rodillas por la sociedad. Comprendemos que el gesto es importante, pero no vamos a aceptar nunca el empeño por encasillarnos en un ámbito económico concreto, del que es bien cierto que estamos orgullosos, sin permitirnos extendernos a otros dominios supuestamente ocupados para siempre por una clase financiera que es la que elige quiénes pueden ser admitidos en su club y quién puede sustituirlos.

Nuestra sociedad sigue estando excesivamente corporativizada. Los negocios taurinos deben quedar reservados para los empresarios taurinos; los negocios financieros, para los empresarios financieros; los negocios de la construcción deben ser de los constructores; los ciegos deben seguir siendo ciegos; los cojos, siendo cojos, y todos éstos, en fin, ocuparse de las actividades económicas que la sociedad, en un ejercicio de caridad. suprema, les permite desarrollar.

Corporativismo

Nos rebelamos contra esa filosofía absurda y lo seguiremos haciendo. Nadie piense que lo hacemos teledirigidos. Estas acusaciones están preñadas de ese viejo corporativismo, imposible de disimular en la ideología de los nuevos escribanos, a que me estoy refiriendo en esta ocasión. Quede dicha, otra vez, nuestra verdad.

Haré el anuncio, para tener prevenidos a los cronistas y dejar también constancia de nuestros propósitos a quienes puedan sentirse inquietados por las incursiones de la ONCE en el mundo económico general, que el equipo que dirige la organización va a seguir por el mismo camino mientras los afiliados a los que representamos nos den su confianza. Esperamos seguir penetrando en el mercado, y comportarnos en él, a través de empresas propias o participando en empresas ajenas, como lo haría cualquier buen empresario. Y buscaremos los mejores negocios, y terminaremos incluso pidiendo al mercado colaboración en la financiación de nuestros propios proyectos.

Miguel Campos es director general de la ONCE.

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