Prácticas siniestras

La década de los cuarenta vio florecer una docena de películas de terror producidas por Val Lewton para la RKO hoy consideradas como cumbres inigualadas del género; no por el alcance de sus medios, a todas luces precarios -genuinos ejemplares de serie B-, sino por la inventiva de sus guiones y sus puestas en escena. Jacques Tourneur brilló por encima de los demás con tres grandes clásicos: La mujer pantera, Yo anduve con un zombie y The leopard man. Un joven Robert Wise debutó en el cine, en 1944, precisamente con una nada desdeñable secuela de la primera, Curse of the cat people, y al año siguiente realizó El ladrón de cadáveres (The body snatchers), inspirada en un relato de Robert Louis Stevenson.El ladrón de cadáveres es la trágica historia de un par de saqueadores de cementerios, a la búsqueda de cadáveres para un siniestro doctor, necesitado de ellos para impartir sus prácticas de anatomía en la facultad. Ambientada en Edimburgo, a mediados del pasado siglo, donde existian una serie de leyes restrictivas que impedían la donación de cadáveres a las cátedras de Anatomía, por considerarlo tráfico ilegal, los depredadores de cementerios, los ladrones de cadáveres, se ven obligados a recurrir a otros crímenes cuando se les acaban las provisiones. Se trata de un terror conceptual y para nada explícito, un terror que brota tétrico de las atmósferas, la oscuridad, el carácter de los personajes, las brumas que reconstruyen una época. En cualquier caso, posee una poética especial, que hoy echa en falta el aficionado al género, y cuenta con los dos máximos exponentes del cine de terror en toda su historia, Boris Karloff y Bela Lugosi, en muy atinadas y sinuosas caracterizaciones.

El ladrón de cadáveres se emite hoy a las 2.00 por TVE-1.