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BALONCESTO

El Madrid logró su mayor diferencia a costa de un Barcelona anémico

Luis Gómez

Es curioso observar cómo las circunstancias modifican el papel de algunos protagonistas. Mientras el Barcelona intenta hacer virtud de la paciencia, el Real Madrid maldisimula sus urgencias. Uno puede esperar tiempos mejores resguardado bajo el paraguas de tres títulos consecutivos. El otro, no puede soportar la idea de un cuarto fracaso. El Madrid logró ayer, frente a su gran rival, su victoria más amplia en lo que va de campeonato, en un partido sobre el que, por momentos, se cernió el fantasma de la cuestión arbitral, aún pendiente de la pasada Liga.Los colegiados estuvieron a punto de empañar un partido que no estaba destinado a ofrecer grandes momentos de espectáculo. Tanto fue así que el público empezó a pensar que el Madrid jugaba contra la pareja de colegiados y no contra el Barcelona, convertido en algunos instantes en mero espectador. Los jugadores del Barcelona apenas hilvanaban jugada y se veían obligados a cumplir rigurosamente las decisiones de los árbitros. A falta de dos minutos para el descanso, el balance de las personales señalaba un 12-3 favorable al Barcelona; el público sacaba pañuelos blancos y la tensión ambiental amenazaba escándalo.

Pero el partido estaba tan descompensado que la cuestión arbitral terminó alcanzando un nivel muy secundario. El Barcelona iba camino de su cuarta derrota y no atisbaba posibilidades de impedirlo. Es un equipo anémico, al que le falta la purasangre de Epi y es también un equipo paciente, sabedor por experiencia de que el sistema de competición permite esperar a que escampe. Sin embargo, si la lesión de Trumbo termina siendo grave, la capacidad de recuperación del Barcelona puede quedar en entredicho.

A pesar del acoso arbitral, el Madrid llegó al descanso con más ventaja de la que señalaba el marcador (43-33). Efectivamente, de los 33 tantos obtenidos por los azulgranas, 14 fueron producto de tiros libres. Es decir, el Barcelona hizo 9 canastas por 20 del Madrid, capturó 7 rebotes por 17 del Madrid. Para su desgracia, cuando los colegiados intentaron compensar, las personales se cernieron sobre Norris, que quedó prácticamente incapacitado durante toda la segunda parte. El Barcelona se convirtió entonces en un equipo escéptico y buscó acortar al final la diferencia del marcador por aquello del basketaverage.

El Madrid siguió empeñado en su ejercicio defensivo, del que obtuvo algunas rachas de gran elocuencia, como cuando llegó a anular cinco ataques consecutivos del Barcelona. En ciertos momentos, la canasta madridista se antojó inexpugnable y las secuelas de su espíritu defensivo alcanzaron a la lucha por el rebote, en la que cualquier aspirante azulgrana a tomar posesión del balón se encontraba con la feroz oposición de hasta tres rivales. Si se tiene en cuenta que Epi se encuentra en el taller de reparación y que Thompson parece el sustituto de Sibilio en sus malos momentos, las posibilidades del ataque azulgrana eran mínimas.

Todos estos factores fraguaron en una cómoda ventaja local, cercana a los 20 tantos (71-55) que hizo del final un acto rutinario. Todo quedó tan diluído que el partido adquirió un tono de mediocridad impropio de los protagonistas. No es fácil adivinar quién llegará mejor al momento preciso, pero los papeles, desde luego, están perfectamente repartidos: el Barça se ha instalado en la paciencia y el Madrid tiene prisa.

Copa, del Rey: Estudiantes, 80; Grupo IFA, 86. Mayoral, 90; Taugrés, 96. Pamesa, 83; CAI, 72. Valvi, 91; Caja San Fernando, 81. Breogán, 82; Caja Ronda, 83 y Joventut, 93; Cajabilbao, 83. Clasificados (junto a Madrid y Barcelona): Taugrés, Grupo IFA, Valvi, CAI, Breogán y Joventut.

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