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Las decepciones mundialistas

La mediocridad ha dominado la participación española

Santiago Segurola

La mediocridad ha dominado la participación de la selección española en los Mundiales de fútbol. Las decepciones han sido tan numerosas y agudas que obligan a pensar que esta competición es la gran asignatura pendiente del equipo nacional. El presidente de la federación, Angel Villar, llegó a declarar tras su elección que la tradición y calidad de nuestro fútbol no merecían una frustración así. La selección nunca ha alcanzado en la competición más importante del calendario el nivel de los clubes

.En los torneos continentales España figura junto a Italia e Inglaterra a la cabeza de Europa. Los éxitos de los equipos han sido tan rotundos como los fracasos de la selección, una diferencia estadística que alimenta una gran cantidad de interrogantes sobre los motivos de esta decepción constante.

España ha alcanzado seis de la 12 fases finales de los Mundíales de fútbol, una competición que comenzó a disputarse en 1930. En aquella edición y en la de 1938, no participó. En otras cuatro -1954, 1958, 1970 y 1974-, no llegó a conseguir el acceso a la fase final. Las otras seis restantes se han saldado con actuaciones casi siempre mediocres, si se exceptúa el brillante juego que se desplegó en la primera ronda del Mundial de 1950, en Río de Janeiro, y en algunos momentos de la edición de 1986.

Sin embargo, ningún equipo despertó tanta ilusión como el de 1934, integrado por luminarias como Zamora, Quincoces, Cilaurren, Muguerza y una delantera inolvidable: Lafuente, Iraragorri, Lángara, Luís Regueiro y Gorostiza. Con toda probabilidad era la escuadra más potente que jamás se haya formado en España, pero el sorteo la emparejó en la segunda ronda de la fase final con Italia, que tenía demasiados argumentos a favor: anfitrión, calidad y política.

Los dos equipos ofrecieron un combate cruento en un partido que terminó en empate, con un gol anulado al gran Lafuente y con un extenso parte de bajas para el desempate, que vio el triunfo de Italia por 1-0.

El gol de Zarra

La segunda participación tuvo lugar en Brasil. El gol de Zarra a Inglaterra despertó las trompetas imperiales del régimen. Tras la victoria, Armando Mufloz Calero, presidente de la Federación Española, telefoneó al general Franco henchido de fervor imperial: "Excelencia, hemos derrotado a la pérfida Albión". La frase quedó para la historia, como el gol del delantero bilbaíno. Sin embargo, la siguiente fase fue decepcionante: un empate con Uruguay y dos derrotas con Brasil y Suecia.

Los dos siguientes mundiales, 54 y 58, coincidieron con la hegemonía de los clubes españoles en Europa. Esta circunstancía no tuvo ninún reflejo en la selección, que ni tan siquiera obtuvo la clasificación para la fase final. La presencia de jugadores de origen extranjero como Kubala, Di Stéfano, Rial, Santamaría y, más tarde, Puskas no homologó los resultados del Madrid y el Barcelona con la selección.

En 1962, España acudió a Chile, pero no pasó la primera ronda, como en Inglatera cuatro años después, a pesar del triunfo en el Campeonato de Europa de 1964. España acudía a las competiciones sin más patrímonio que los valores raciales, cuyo significado final es la ausencia total de estilo propio. Esta carencia estructural impidió la presencia de España en Mexico 70 y Alemania 74 y no ayudó en el triste paso por Argentina 78 y en el tristísimo Mundial de 1982, en España, donde el equipo, mal dirigido por Santamaría, dejó una írnpresión tal de fracaso deportivo, que abarcó incluso a todo el Mundial, cuando fuera de nuestras fronteras fue un éxito de organización.

La floración espontánea de una gran generación de j ugadores ayudó a mejorar la imagen en México 86. Fue la primera oportunidad para jugadores como Zubizarreta, Michel, Butragueño o Salinas, más la aportación defensiva de extraordinarios futbolistas como Goikoetxea, Camacho o Maceda. España alcanzó la segunda ronda de la fase final y dejó la semilla para una cosecha de jugadores que aquel mismo año alcanzaron la victoria en el Campeonato de Europa sub-2 1. Sus nombres: Martín Vázquez, Sanchís, Andrinúa, Roberto o Begurisitain. Son los hijos de Suárez, los encargados de acabar con la negra tradición española en los Mundiales.

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