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Reposo en el balneario

El 'Fortuna' prepara en Punta del Este la segunda etapa de la Vuelta al Mundo de vela

La tripulación del Fortuna, el velero español que se clasificó en décima posición en la primera etapa de la regata Vuelta al Mundo, se repone en el balneario uruguayo de Punta del Este. Veinticuatro horas después de su llegada, los españoles ya trabajaban a bordo del barco para preparar la etapa reina, de 7.650 millas [algo más de 14.000 kilómetros] de navegación, por los llamados 40 rugientes, por el paralelo 40, hasta llegar a Fremantle, en Australia, y dar casi media vuelta al mundo. Para esta segunda etapa, que se inicia el próximo 28 de octubre, el Fortuna cambiará de patrón. Javier de la Gándara sustituirá a Jan Santana, y ya no participará José Luis Doreste, medalla de oro en finn en Seúl.

No parecen supersticiosos el patrón y los tripulantes del Fortuna, 13 en total. Las peripecias sufridas en esta primera etapa de la Vuelta al Mundo, 6.281 millas [algo más de 11.600 kilómetros] entre Solent, en el Reino Unido, y Punta del Este, las consideran gajes del oficio y no una consecuencia de un mal fario por la ominosa cifra de tripulantes. A pesar de que esta primera etapa puede calificarse de tranquila, si se compara con lo que les espera en la segunda, no cesaron los percances en el Fortuna. Se averió la potabilizadora de agua y tuvieron que dedicarse a llenar los depósitos con agua de lluvia. Este problema obligó a que sólo cada cinco días pudiesen ducharse con agua dulce. También dejó de funcionar la cocina, donde se preparan los alimentos liofilizados, y una chispa averió temporalmente la electrónica del barco, lo que dificultó la recepción de los partes metereológicos y las informaciones necesarias para la carrera.

Sin nevera

Para evitar peso y ahorrar espacio, el Fortuna no lleva nevera y tampoco puede cargar latas de conserva. Los alimentos iban cocinados desde tierra y tratados con un sistema consistente en extraer el líquido y envasarlos en vacio. De la alimentación se encarga el médico Fernando Muñoz, que ya participó en la Vuelta al mundo 1981-82 en el Licor 43 y ahora repite la experiencia.Doreste sólo participa en esta primera etapa y ahora regresa a España, donde iniciará ya su preparación para los Juegos Olímpicos de Barcelona en la clase star. Para el campeón olímpico, este cambio de la vela ligera a la de crucero significa "despejar la mente" antes de la preparación para Barcelona 92. Según Doreste, la vela es una ciencia inexacta, pero con cierta lógica, pero en la oceánica las maniobras son mucho más duras y resulta fundamental la elección de ruta.

Para Doreste, especialista en medicina deportiva, resultó una experiencia interesante comprobar las reacciones de un grupo humano encerrado en un espacio mínimo y sometido a condiciones muy duras. Coincide Doreste con el patrón Santana y varios tripulantes en que los peores momentos fueron los de las calmas ecuatoriales, "seis horas parados completamente y con el sol encima, como un tuareg en el desierto". La falta de velocidad aumenta la tensión en el grupo, pero Doreste se muestra "impresionado por la ausencia de problemas".

La navegación en la regata Vuelta al Mundo obliga a un cambio total del biorritmo, porque se trabaja en turnos de cuatro horas con cinco tripulantes cada vez. Esto impone que sólo se pueda dormir en períodos de cuatro horas escasas. El patrón Santana explica que este ritmo hace casi imposible el ocio a bordo, porque "después de tu turno de trabajo caes rendido y apenas puedes leer unos 10 minutos antes de dormir".

Parece que en esta primera etapa la lectura favorita de los tripulantes del Fortuna fue la novela Tuareg, de Alberto Vázquez Figueroa, que consideran adecuada a los calores ecuatoriales. Ante la etapa que les espera ahora, por el paralelo 40, "buscamos una novela que trate de esquimales", comenta Santana.

Santana y Doreste creen que el Fortuna podrá mejorar su clasificación en las etapas donde haya más viento. El barco ha sido diseñado por Javier Visiers y concebido para un aprovechamiento óptimo del viento. Considera Santana que el barco español "`se la jugó en el diseño". Por eso las calmas ecuatoriales fueron fatales para obtener una clasificación mejor. A la vista de los informes meterológicos, la decisión no era huir de las borrascas, sino buscarlas, porque en condiciones de fuerte viento el Fortuna alcanza sus máximas prestaciones. Estas características del barco determinaron varias decisiones que implicaban recorrer más millas, pero allí el barco corría más y pudo recuperar tiempo sobre otros.

La picaresca también juega en estos casos. Jan Santana, patrón en la primera etapa, explica que las informaciones que se captan de otros barcos pueden ser falsas, para tratar de despistar, "dicen que no hay mucho viento por allí y luego ves que avanzan a gran velocidad". Para eso en el Fortuna califican con cruces a los barcos que pasan informaciones para desorientar y "así los cazamos, para no picar.

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