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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Keaton y Ozu, viejos maestros

La ley de la hospitalidad y Cuentos de Tokio, dos obras maestras, centran hoy, esta madrugada, el interés de la programación cinematográfica de las pequeñas pantallas. La primera, realizada por John Blystone, en 1923, e interpretada por Buster Keaton, es un prodigio de comicidad sabiamente urdida sobre un entramado dramático y griffthiano: la llegada al salvaje Oeste del joven y pacífico heredero de los McKay, familia que mantiene rencillas ancestrales con los Canfield, de uno de cuyos miembros, encima, la bella Virginia se enamora perdidamente.Inolvidables secuencias -el viaje al pueblo en un tren romántícamente destartalado; la visita de nuestro infeliz héroe a la casa de sus enemigos, donde reina esa ley de la hospitalidad y se abolen las guerras, y su correspondiente salida con varias escopetas espefándole en el porche; o el rescate final de la chica al borde de la cascada- quedan para siempre en la memoria de esta película toda ella perfecta, el primer largometraje genial de Buster Keaton tras la saludabilísima pero todavía imperfecta Tres edades.

El corsario negro se emite a las 16

05; Bienvenido, Mr. Chance, a las 22.15; La ley de la hospitalidad, a la 1. 10, y Cuentos de Tokio, a las 6.50, las cuatro por TVE-1.

Aspera crónica

Cuentos de Tokio es el filme más célebre -y uno de sus mejores, sin lugar a dudas- de Yasujiro Ozu, uno de los maestros incuestionables del cine japonés. El viaje de una pareja de ancianos a la ciudad, donde compartirán unos días con sus hijos, se torna en la áspera crónica de una palpable desintegración humana: el contraste entre dos formas de vida, la patética realidad de unos hijos en apariencia deshumanizados y la propia reflexión de sus protagonistas sobre su soledad y desamparo están narrados por Ozu con los elementos técnicos al descubierto, con una austeridad expositiva -bressoniana, para entendernos- que no impide que su retrato familiar y social contenga destellos conmovedores de melancolía como pocas veces -y sólo tras la cámara de hombres de la envergadura de Renoir y Ford- ha dado el cine.

Del riesto de la programación conviene destacar Bienvenido Mr. Chance, el último gran trabajo de Peter Sellers. Es una fábula sobre la América de nuestros días, acaso- demasido evidente y fácil, pero efectiva y capaz de atrapar al más pintado; excelentes actores -Melvyn Douglas, Shirley MacLaine, Jack Warden, Richard Dysart- secundan a Sellers.

Poco interés despierta El corsario negro, aventuras marítimas hispano-italianas con el célebre tándem Terence Hill y Bud Spencer en el reparto.

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