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Reportaje:GENTE

Malcom Forbes

Dos millones de dólares para un cumpleaños

Alí Dada -Malcom Forbes- y los 600 invitados a mesa, mantel avión y cama de lujo celebraron el 70º aniversario del magnate norteamericano sobre más de 3.000 metros cuadrados de al fombras de nudo extendidas por los jardines de su palacio Mendoub, en Tánger, ciudad tomada durante dos días por comandos de la auténtica jet-set del dólar estadounidense con ligeros refuerzos europeos.La principal atracción de la fiesta y su más sólido reclamo publicitario fue Liz Taylor quien, como una virgen llena de grasa (está hermosa y gorda), fue llevada en volandas con atuendo moruno por su septuagenario anfitrión, que la besaba en los labios cual milagrosa reliquia. En la fiesta (dos míllones de dólares de coste estimado) se sacrificaron un centenar de corderos, un millar de pollos... y 3.000 policías y varias decenas de periodistas de todo el mundo. A las cámaras de la Televisión Española no se les permitió la entrada por falta de acreditaciones. Tuvieron que permanecer fuera, a los pies de la caballería mora. Ataviado con el típico kilt escoces en memoria a su ascendencia, Malcom Forbes convirtió su palacio en un baile de disfraces sin antifaz, para que un monarca pudiera parecer un camarero y un cacique de la Prensa, como Maxwell, bien pasara por el sultán de Rabat.

En efecto, ésta sería la sorpresa: el ex rey Constantino de Grecia se personó sin que su nombre figurase en las listas, casi de incógnito y con el esmoquin más discreto de la concurrencia, mientras que Robert Maxwell irrumpió en el cumpleaños con babuchas, chilaba y gorro en forma de queso de tetilla. La parla también se trastocó. El ex monarca heleno dijo a este periódico que no hablaba español, pero respondió un par de preguntas en inglés al traducírselas a este idioma. Y Robert Maxwell ni siquiera hablaba, sino que, contagiado por los gritos heréberes de los coros y danzas pagados por Hass an II, su lenguaje llegaba a ser como un espejismo verbal traído del desierto. "Me he puesto dos veces en la fila del besamanos no para saludar a mi an-figo Forbes y a sus hijos por segunda vez, sino, que lo hice para estrechar la mano de Liz Taylor, que no estaba cuando pasé al principio", dijo el presidente del Mirror Group a EL PAIS.

Los invitados no tuvieron que espantar moscas. La brisa marina y los globos de Forbes se las llevaron a Ceuta, aligerando el trabajo de los 200 camareros contratados en Marraquech. Se cenó con lentitud. Liz Taylor, verde desde el ojo hasta la uñadel pie, dio plantón de una hora al con-fienzo de la recepción. Nadie sabía si la gata estaba en el tejado del palacio o en el beauty salbon multimaquíllándose la mejilla. Se partió la tarta con desmayo publicitario en presencia del heredero del trono alauí. Henry.Kissinger no quitaba ojo. Lee Iacocca (supermán de Chrysler) bailó con paso de oca agarrado a su joven novia. La condesa de Romanones promocionaba su próxima novela, que se titulará El espía se va a bailar. Pero no se lanzó a la pista. Mientras, mozas pagadas por el rey Hassan demostraron el arte del cimbreo del vientre danzando de una tienda a otra.

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