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Nuevo fracaso del Barcelona en la Copa de Europa

Robert Álvarez

ENVIADO ESPECIAL ¿Indolencia ensayada? ¿Provocación gratuita? ¿Burla indecente? No cabe el menor resquicio para sospechar nada de todo ello. Sí, actuaron con cierta indolencia en algunos minutos del primer tiempo, parecieron provocar y burlarse en otros muchos lances del partido, pero la realidad es que la plantilla del Barcelona se sintió ayer traicionada no se sabe bien por qué ni por quién y todo ello tal vez nunca se esclarezca.Aíto García Reneses, su técnico, lo declaró a los mil vientos. La Copa de Europa era la competición que querían ganar con el corazón. Todos quienes presenciaron ayer la semifinal perdida contra el Jugoplastica podrán convenir que tal empeño les traicionó. Y traicionó también todo lo que estaba en juego: una Copa de Europa y, también, la fiabilidad de un equipo pacientemente construido con ese fin, el cum laude para una generación alrededor de la que gira el nuevo asalto a la razón de todos sus seguidores.

El Jugoplastica, sorprendido por su propia triunfo, bailó al Barcelona durante ciertas fases del partido, le regaló unos cuantos balones en otras y acabó agradeciendo el cúmulo de despropósitos de su rival y ganando con meridiana claridad.

Los errores afloraron y se agolparon en la estadística del Barcelona durante el primer período, en el que el conjunto azulgrana no estuvo contra las cuerdas por el solo hecho de que tal cosa es imposible qt;e suceda en un partido de baloncesto antes de los cinco minutos finales. Pero el equipo azulgrana se mostró claramente inferior. Su peligro número uno, Toni Kukoc, tuvo la oportunidad de demostrar su talento ante el desacertado marcaje de Sibilio, al que por otra parte sus compañeros no tuvieron la ocasión de ayudar, por lo que el problema cabe achacarlo a la estrategia más que al propio alero azulgrana.

La diferencia se fue haciendo patéticamente enorme, aunque durante la segunda parte el corazón disparó los resortes de las piernas mientras que el talento natural de varios jugadores, como Epi, que hizo cinco canastas de cinco intentos en esta fase, añadido a una serie de regalos de¡ Jugoplastica, redujeron a veces la ventaja. Todo fue inútil porque el Barga sólo había acumulado méritos para una nueva frustración.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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