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Tribuna
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Olimpia RIP

Las olimpiadas no constan entre mis manías sexuales. Pero, por si acaso, de cuando en cuando asumo conocimientos que aún debilitan más mi posible espíritu olímpico. No tengamos en cuenta que se trata de un entretenimiento para ex señoritos desocupados, raza mayoritaria que compone los COI. Tampoco insistamos en la evidencia de que las olimpiadas son farsas de hermandad entre los pueblos y las razas. No nos hagamos mala sangre por la comedia amateurista que sólo interpretan con inocencia las naciones económicamente débiles y con pocos excedentes económicos para financiar lo que no financian las marcas publicitarias. Cerremos los ojos ante las alarmantes pruebas de que el deporte de elite debiera figurar más en el capítulo de la bioquímica que en el estrictamente deportivo.Pero es que además hay terror. Terror de novela gótica o de película de Corman interpretada por Vicent Price. Resulta que para conseguir musculaturas competitivas no basta con poner se morada o morado de proteínas sintéticas y otras porquerías. Ahora se sabe que muchos atletas se estimulan con hormonas ex traídas de los cadáveres, de cadáveres humanos, se entiende, por que el solomillo de buey también es de cadáver, pero normalmente no siempre es de cadáver de buey. Nadie sabe de qué cadáveres se sacan, ni si los cadáveres han asumido convertirse en hormonas para ayudar a conseguir batir el récord de los 3.000 metros obstáculos o perfeccionar los saltos mortales. Lagarto. Lagarto. Pero por lo visto hay un tráfico paralegal de hormonas de cadáver, extraídas vayan ustedes a saber de qué parte de la bestia, con perdón, sin que se sepa haya una relación entre la zona succionada y el deporte estimulado. Por ejemplo, hormona de pantorrilla de cadáver y marcha atlética. Tampoco se sabe si cada deportista debe consumir cadáveres de su propio país. Especialmente este extremo debería estar especialmente vigilado, y bien marcadas las reglas del juego. Que nunca se diga que hemos ganado gracias a fiambres extranjeros.

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