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Los presupuestos británicos no contemplan una reducción de los impuestos

Los británicos se quedaron ayer algo mustios tras la gran ocasión político-económica que es la presentación del presupuesto. Nigel Lawson, el canciller del Exchequer (ministro de Hacienda), se puso como objetivo principal el derrotar a la inflación y optó por dedicar los 14.000 millones de libras de que disponía a pagar deuda en vez de a rebajar impuestos. La revolución económica de Margaret Thatcher se va a tomar un respiro financiero en 1989.Lawson abrió su intervención diciendo que las perspectivas para el país son excelentes "si nos mantenemos firmes en nuestra determinación de dominar la inflación", a la que considera una enfermedad del dinero para la que la política monetaria es la cura". En consecuencia, y para evitar que el contribuyente se vea tentado a darse alegrías que el país no puede permitirse, Lawson anunció que no va a haber reducción en los dos tipos impositivos vigentes: el 25% básico y el 40%. La inflación británica está ahora en el 7,5% y va a seguir subiendo, aunque Lawson vaticina que a finales de año estará en el 5,5%.

Tipos de interés

A los británicos se les va a seguir aplicando el cinturón de los altos tipos de interés, que "por muy malos que sean, son infinitamente preferibles al daño que causaría una inflación elevada", según Lawson, para quien "los primeros 10 años del Gobierno han visto una transformación del modo en que se hace política económica y en los resultados conseguidos". El crecimiento de la productividad británica supera incluso al japonés, según el ministro, quien en la misma onda triunfalista no dejó de hacer referencia a que ahora hay en el país una calidad de vida desconocida y más gente que nunca trabajando (el número de parados está por debajo de los dos millones).

En consonancia con los aires ecológicos que recorren Whitehall, el ministro brindó un tratamiento fiscal favorable a la gasolina sin plomo, que llegará a bajar en tomo a los 10 peniques (unas 20 pesetas) el galán (4,5 litros). Lawson vaticinó un déficit por cuenta corriente para el año en curso de 14.000 millones de libras.

El líder de la oposición, Neil Kinnock, dijo que las cuentas presentadas por Lawson eran un intento chapucero de arreglar los excesos y meteduras de pata del año pasado", cuando el canciller del Exchequer, en su quinto presupuesto, se mostró tan generoso con los contribuyentes que pasó a ser llamado señor inflación, según la ironía de Kinnock, quien también reprochó al ministro el descenso del crecimiento y el continuo recurso al alza de los tipos de interés.

Los sindicatos fueron críticos con Lawson, a quien acusaron de haber preparado un presupuesto "para la City y no para la gente".

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