Sabios y bocazas
Roux (Auxerre) y Clough (Nottingham), dos técnicos polémicos
Un análisis sociológico de la relación entre el entrenador y sus jugadores clasificaba a los técnicos bajo rúbricas como déspota, sargento de hierro, catedrático, tío simpático, abuelo materno, camarada o solitario. El estudio consideraba la compleja relación humano-laboral sin dar con el retrato robot del entrenador perfecto. El francés Guy Roux, el técnico del Auxerre, y el británico. Brian Clough, entrenador del Nottingham Forest, son dos de los ejemplos más claros de hombres fuertes, de carácter, capaces de conseguir grandes éxitos. Técnicos duros, como Clemente, Cruyff o Toshack, mantienen las distancias con los directivos y controlan a sus jugadores.
Mientras los presidentes siguen soñando con el técnico eficaz, ganador, diplomático y de comportamiento exquisito, y los futbolistas buscan mayor player power, el entrenador corre el riesgo de convertirse en pelotillero entre presidentes ambiciosos y figuras de gran renombre. En Milán, Arrigo Sacchi trabaja entre las largas sombras de Berlusconi y sus holandeses. En Nápoles, Ottavio Bianchi se defiende entre la espada de Maradona y la pared de Ferlaino. Pero entre los técnicos revelación de los últimos años, un porcentaje significativo sugiere que el imperio de los entrenadores ya contraataca.Clemente se ha forjado una fama a pesar de sus discrepancias con figuras y directivos y pese a una franqueza que hiere sensibilidades y enciende polémicas. Toshack sigue fiel a su idea de que "lo que hace daño al futbolista no son los derechazos a la mandíbula, sino las palmaditas en la espalda". Y en pocos meses de residencia en el Camp Nou, Cruyff ha cerrado la puerta del vestuario a los directivos, ha impuesto sus ideas y se ha peleado públicamente con algunos jugadores, entre ellos los seis internacionales, a los cuales acusó de haberse escondido en Málaga.
Si seguimos con el hilo del trabajo sin vaselina hasta su extremo topamos con dos personajes que destacan en la actualidad internacional, aunque por diferentes motivos. Guy Roux, el técnico del Auxerre francés, por haber sido elegido entrenador del año, y Brian Clough, entrenador del Nottingham Forest inglés, por las denuncias que ha recibido tras alcanzar con unos crochet de gran mérito pugilístico a cuatro de sus propios fans que habían saltado al terreno para festejar un memorable 5-2 frente al Queens Park Rangers.
Puede parecer que Roux ha ganado su premio por haber situado al Auxerre a tan sólo dos puntos del PSG en la cabeza de la Liga francesa. En la realidad es algo más. En más de un cuarto de siglo de trabajo en el mismo club, Roux ha logrado grabar en el mapa futbolístico una ciudad de menos de 40.000 habitantes y pasear su nombre tres veces por las competiciones europeas.
Levantar ampollas
Dicen que Roux duerme, come y bebe el Auxerre. Al mismo tiempo, su carácter levanta ampollas. Es un hombre espinoso que se pelea con sus figuras, con los árbitros, con los altos estamentos del fútbol y que quiere controlar hasta la vida privada de sus discípulos. Como dicen los franceses, no guarda la lengua en el bolsillo. Se mete con los clubes millonarios del fútbol francés y defiende asiduamente al pobre. "Los ricos", dice, "siempre sufren la tentación de comerse al pobre a base de dinero en lugar de comérselo sobre el terreno. Sacan el talonario y se reservan el puesto en los torneos europeos. Utilizan sin vergüenza a los medios de comunicación en beneficio propio. Y luego nos machacan con eso de la libre circulación de los trabajadores intentando imponernos cada vez más extranjeros. Es una falsedad. Entre los tres millones de funcionarios, ¿cuántos extranjeros habrá? Pero los políticos piensan que, como el fútbol tiene mucha proyección y como sale mucho por la televisión, se pueden promocionar a través de la libre circulación de futbolistas. Si quieren utilizarnos como vehículo político, que nos paguen las escuelas de formación".
El inglés Brian Clough es otro pregonero de la continuidad. Sus 14 años en el Nottingham Forest están salpicados de anécdotas pintorescas. El portero Shilton recuerda un sábado cuando, después del partido y con todo el mundo ansioso por abandonar el vestuario, Clough convocó una reunión de urgencia. Tras una larga espera, apareció el entrenador. "Mirad a través de la ventana", dijo, "está nevando fuerte. Insisto en que cuando lleguéis a casa dejéis en el jardín algo de comida para los pájaros".
De gira por Grecia, el defensa Lloyd provocó las iras de Clough al quitarse la americana. Ante las protestas del jugador, le avisó que cada vez que abriera la boca habría una multa de 20.000 pesetas. Cuando la suma alcanzó las 100.000, Lloyd se puso la americana. También asombró al público cuando al ver nerviosos a sus hombres en vísperas de una final de Copa les llevó de copas hasta altas horas de la madrugada.
A pesar de sus extravagancias y de sus esporádicas inclinaciones hacia el boxeo, Clough se ha ganado a través de su trabajo un gran respeto entre el público, hasta salir repetidamente en las encuestas como el hombre idóneo para enderezar el rumbo de la selección inglesa, pero le pierde la falta de contención verbal.
En definitiva, Clough y Roux tienen puntos en común. La pregunta es si hombres de tan fuerte personalidad tendrían en España tanta continuidad.
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