Amores imposibles
Otro melodrama suntuoso para el ciclo Ava Gardner -visto ya tres veces por la pantalla chica, f última de ellas este mismo año; sáquense las conclusiones pertinentes sobre si esto es pasarse o no-, Odio y orgullo, realizado por Robert Stevenson en 1951.Ava -en un papel previsto inicialmente para Ann Sheridan- es aquí miembro de una de las más distinguidas familias del Nueva Orleans finisecular, y anda enamorada de un hombre casado, Robert Mitchum, un modesto médico. Por problemas de orden social y matrimonio, su amor, como se ve, es de los llamados imposibles. Pero el cine, por supuesto, los hace posibles, pese a obstáculos tan difíciles de sortear como los puestos malévolamente por un estirado y arrogante familiar, un nuevo y memorable villano -tras el de la semana pasada en El gran pecador- del gran Melvyn Douglas.
Melodrama, pues, previsible en todos sus ángulos y triángulos este Odio y orgullo. Nada del otro jueves. Pero manufacturado con la alta precisión con que se manufacturaban antes los melodramas, y con ese remedio eterno a la concupiscencia que es Ava: verla dormida en el parque en la primera escena, bellísima como siempre, es una invitación grata a entrar en la película, a pecar y a soñar con -para nosotros sí- un amor imposible.
Odio y orgullo se emite hoy, a las 22.25, por TVE- 1 .
