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Lucio Tartaglione,

director de un banco, y su esposa, Silvia de Vita, han descubierto que en Nápoles los atracos se hacen ahora en caravana. Cuando regresaban del trabajo en un Fiat 500 se les acercaron dos individuos, pistola en mano, y se les metieron en el coche. Detrás, dos cómplices les seguían en una Vespa. El director les dijo que la otra llave de la caja la tenía el empleado Pietro Ferrara, que vive en la otra parte de la ciudad. "Pues vamos a buscarle", dijeron los secuestradores. Recogido el tercer secuestrado, éste dice que la llave no la tiene él, sino Marina Garvo. "Vamos a buscarla". Y el cortejo se alarga, ahora formado por el Fiat 500, la Vespa y un 127 del empleado. Llegan a la casa de Marina en el momento en que llegaba su marido en un Panda. Cogen la llave, y todos en fila, tres coches y una moto, recorren la ciudad en busca del banco. Tras robar 90 millones de liras (casi nueve millones de pesetas), los bandidos encerraron en un retrete a sus rehenes y los dejaron allí toda la noche.

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