Chiburdanidze, 10 años en la cúspide
La campeona mundial de ajedrez revalida su título frente a Ioseliani
La soviética Maia Chiburdanidze, de 27 años, campeona mundial de ajedrez desde 1978, prolongará su reinado durante un bienio más. En el encuentro por el título que disputa en Georgia contra su compatriota Nana Ioseliani, de 26 años, Chiburdanidze vence por ocho a seis tras 14 partidas de las 16 previstas, por lo que las dos últimas sólo tendrán un valor testimonial.
La timidez y flojedad de carácter que Chiburdanidze transmite fuera del tablero se han transformado una vez más en agresividad y ansia de victoria con el fragor de la alta competición. Esta sorprendente metamorfosis podría tener su origen en las bochornosas palizas que la pequeña Maia recibía de su hermana mayor cada vez que perdía una partida. Un día, ante la inevitable derrota que se avecinaba en una partida de torneo, Chiburdanidze fingió un dolor estomacal de forma tan sobrecogedora que fue evacuada en una ambulancia, librándose así de la correspondiente tunda fraternal. Por el pavor a la derrota o por el placer de la victoria, lo cierto es que la actual campeona ha defendido el título cuatro veces desde que se lo arrebató a Nona Gaprindashvili. Chiburdanidze logró además el mejor resultado de una mujer en la historia del ajedrez al finalizar imbatida en el tercer puesto del torneo Villa de Bilbao, el año pasado, tras vencer, entre otros, al yugoslavo Ljubojevic, sexto del mundo.
Su amor por la alta competición es tan grande como su indolencia para entrenarse. Su madre y su entrenador, el gran maestro Kuzmin, arreglan esto llevándola a la ciudad-balneario de Borzhomi, limítrofe con Turquía, antes de los torneos importantes. "Allí", reconoce Chiburdanidze, "cuando me canso de dormir, pasear, leer y oír música, todavía queda, la mitad del día y no tengo más remedio que sentarme ante el tablero". Fiel a su carácter, la campeona apenas da importancia a su polifacética vida fuera del ajedrez: "Sí, es cierto que soy diputada del Parlamento georgiano, experta en lenguas clásicas y que curso el último año de Medicina".
La timidez sigue dominando su temperamento. Este año, cuando llegó a España para disputar el torneo de Linares, se vio aquejada de un dolor de estómago, esta vez auténtico. La jugadora se pasó varios días comprando yogures en la calle y consumiéndoles en su habitación sin aparecer nunca en el comedor hasta que los organizadores se dieron cuenta y le ofrecieron un menú especial.
Chiburdanidze piensa que "los jugadores profesionales tienen más, dificultades que las personas normales para mantener una vida sentimental estable". Pero asegura que su separación matrimonial no tuvo nada que ver con el ajedrez: "Casarme fue, sin duda, la peor jugada que he hecho en mi vida".
Para Ioselianin "la diferente educación que reciben hombres y mujeres es la causa de la actual desigualdad de sexos en el ajedrez". La campeona matiza: "La resistencia física tambien es muy importante. Los hombres son más fuertes para soportar la enorme tensión que se sufre durante un torneo".
Heroínas
Cinco de las ocho participantes en el torneo de candidatas ,al título de Chiburdanidze que se jugó el año pasado son ciudadanas de Georgia, al igual que la subcampeona Ioselianin. La primera causa de este fenómeno reside en una tradición secular: la dote nupcial de las georgianas incluía siempre un tablero de ajedrez. Pero elfactor fundamental fue la gran labor de promoción que realizó la ex campeona Gaprindaslivili. "Nuestras ajedrecistas son heroínas nacionales y forman parte de nuestro patrimonio cultural" aseguran en Kutaisi la ciudad natal de Chiburdanidze.
Cada jugadora tiene unos partidarios muy determinados. Los miembros del Gobierno y funcionarios simpatizan con Gaprindaslívili, la inteligentsia con Alenxandria y la juventud con Arajamia, la gran promesa. Chiburdanidze es la única que tiene muy repartidos a sus seguidores entre la población.
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