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Entrevista:

"Nunca he dejado de sentirme mujer"

María José Martínez logra su recalificación, dos años después de ser suspendida en un control de sexo

María José Martínez Patiño, Pati para los que están en el mundo del atletismo, descalificada a raíz del control de sexo que se le practicó en la Universiada de Kobe (Japón) en octubre de 1986, ha salido esta semana, gracias a su recalificación que le permitirá volver a competir, de una pesadilla que ha durado dos años. Su lucha personal ha sentado un precedente poco habitual en el deporte español. Se ha enfrentado en solitario a los organismos deportivos y ha demostrado que éstos, a veces, también se equivocan. Ahora, cuando ha ganado, dice: "Nunca he dejado de sentirme mujer".

Pregunta: ¿Cómo ha reaccionado al enterarse de su recalificación?

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La atleta se sometió a varias pruebas para aclarar su caso

Respuesta: Me llamaron de una emisora a las dos de la mañana para darme la noticia. Al principio, ni siquiera reaccioné, y luego me puse a llorar. Pero no era un llanto amargo y desesperado, como cuando me dijeron que ya no podía volver a correr. Esta vez era de emoción, -de ver que yo sola había conseguido algo por lo que había peleado muy duro. Y ahora, si pudiese, estaría dando saltos mortales a cada momento.

P: ¿Fue duro cuando se enteró del resultado del control de sexo realizado en Kobe?

R: Al principio no, porque en Kobe fue todo muy confuso. Un buen día, el médico de la expedición me envió a un control de sexo que a mí me pareció innecesario, porque ya lo había pasado en el Campeonato del Mundo de Helsinki en el 83, y allí no tuve ningún problema. Un par de días después, me dijo que había que repetir los análisis porque algo había salido mal. Me los volvieron a hacer, y a partir de ahí nadie me explicó nada. Sólo que tenía algo extraño en los cromosomas y que era mejor que no participase. Me vendaron el pie e incluso salí a la pista, pero tuve que hacer el paripé como si me hubiese lesionado de verdad y no pudiese correr.

P: ¿Pero no le pareció raro todo ese montaje?

R: Si, pero como cuando llegué a Madrid no pasó nada, seguí entrenando normalmente y pensé que había sido un error. No me preocupé. Al cabo de cinco meses, el médico de la federación me llamó para hacerme unas pruebas genéticas relacionadas con el problema que había habido en Japón, y de la noche a la mañana me dicen que tengo un cariotipo XY y que no podía competir más.

P: ¿Cómo reaccionó?

R: La verdad es que al principio creí que estaban de broma. Me miraba al espejo y me decía, es imposible, no puede ser. Pero la realidad me confirmaba a cada momento otra cosa. Me echaron de la Residencia Blume, me quedé sin beca de la federación, y sobre todo, ya no podía volver a correr. Eso fue horrible, porque el dinero y un sitio para vivir se consiguen, pero me habían prohibido hacer lo que había sido el eje de mi vida durante diez años.

P: ¿Así que en ese momento le importaba más el que le hubiesen prohibido competir que aclarar su situación?

R: Al principio sí, porque en ningún momento me he planteado la posibilidad de ser otra cosa que no fuese una mujer, ni me sentía diferente porque lo dijese un papel. Después, cuando empecé a verine en mil sitios, en periódicos y revistas de todo tipo, me sentí manoseada y humillada. En general, la gente se queda con el morbo de las noticias y cuando empezaron los comentarios es cuando me sentí peor, porque se cuestionaba mi condición y me miraban como a un bicho raro.

P: ¿Qué valora más de lo que ha conseguido?

R: Estoy contenta del resultado, porque ha puesto muchas cosas en su sitio, pero lo mejor ha sido convertirme en una persona adulta. Cuando vine a Madrid era muy joven y venía de un ambiente completamente distinto, de casa de mis padres en Galicia. Me metí en la Residencia Blume y en el deporte, y esa ha sido toda mi vida. La Residencia es una urna de cristal que te aisla de los problemas de la vida real. Ahora he relativizado todo, y el mundo ya no es una película de buenos y malos. Soy una persona más segura de mí misma.

Los amigos

P: ¿En estos dos años, se ha sentido ayudada y apoyada o ha habido fugas entre sus amigos?

R: Ha habido momentos en que me hubiese gustado meterme debajo de las piedras porque no me atrevía ni a ir a clase. Me daba miedo que me mirasen, que pudiesen hacer comentarios o gastar bromas sobre mí. Pero ha habido gente que me ha ayudado mucho. José María Odriozola, como vicepresidente de la Federación, se ha preocupado personalmente de mi problema y como científico ha defendido mi caso. Mi entrenador me dijo muy buenas palabras, pero no quiso saber nada más de mí. Cuando he visto al entrenador de Johnson apoyándole, me he emocionado.

P: ¿No tiene ningún deseo de revanchismo?

R: Estoy tan contenta que todo lo que no sea disfrutar de este momento me da igual. Lo he pasado tan mal que no quiero empañar tanto esfuerzo con ningún recuerdo para gente que no se merece ni un momento de mi tiempo. Estoy convencida que en el fondo casi me han hecho un favor, porque gracias a esto soy una persona nueva.

Religiosa y monárquica

Pregunta: Durante estos años, ¿ha habido algún gesto de sus compañeros que le haya aportado algo de esperanza?

Respuesta: En el Campeonato de Espáña que siguió a mi descalificación, la atleta Mardomingo, que ganó la final de vallas, me envió su medalla con una nota en la que me decía que moralmente esa medalla sólo podía ser para mí. Me sentí querida y apreciada, y eso siempre me ha dado fuerza para pelear.

P: ¿Cómo ha reaccionado su familia en esta situación?

R: Para mis padres ha sido un golpe muy duro. Cuando empezaron los problemas, mi único hermano se murió de leucemia y lo mío no hizo más que agravar la situación de desamparo en la que se encontraban. Yo no quería contarles lo mal que me sentía, para no añadir más leña al fuego, y tampoco pedirles dinero, porque la enfermedad de mi hermano les había supuesto una sangría considerable. Me imagino cómo han debido sufrir los pobres cuando algunas personas con sonrisita de conejo les preguntaban por la niña. Pero en casa somos todos profundamente religiosos y sabemos que Dios, a veces, nos pone a prueba. Me alegro casi más por ellos que por mí.

P: Ahora que todo se ha acabado felizmente, casi como en un cuento de hadas, ¿tiene todavía algún deseo que realizar?

R: Me encantaría volver a ver a Don Juan Carlos. Es un hombre extraordinario y creo que es un ejemplo para todos los españoles. Si no hubiese sido monárquica de toda la vida, él hubiese conseguido que lo fuese.

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