El Estudiantes oscureció el debú de Petrovic
El yugoslavo Petrovic no pudo tener una presentación brillante ante el público de Madrid, a propósito de la final del torneo de la Comunidad. Aún así, pudo advertirse que el aficionado madridista lo había olvidado todo: recibió a Petrovic, cuando salió a jugar en el minuto 11, con una acalorada ovación que duró casi un par de minutos.Petrovic no tuvo una destacada actuación pero sí dejó ver un detalle muy importante: el yugoslavo supo elegir el momento en el que debía actuar personalmente para forzar un cambio de situación en el partido; así sucedió entre los minutos 30 y 31, cuando su mera actuación individual propició que el Real Madrid se pusiera por primera y única vez por delante en el marcador (65-66). Sin em bargo, la tenacidad habitual en el Estudiantes impidió que el yugoslavo tuviera una presentación feliz. Junto a él se presentaba también Rogers, el americano del Madrid, un jugador cuyo mayor defecto es que tiene apariencia inocua; es decir, parece que no hace daño y, efectivamente, a veces no lo hace.
El Real Madrid salió a jugar esta final local con la intención de ofrecer al partido una graduación ciertamente teatral; es decir, Lolo Sáinz evitó sacar su quinteto estelar de salida y prefirió que las grandes estrellas, léase Martín, Biriukov o, cómo no, el yugoslavo Petrovic, entrasen en el momento adecuado, con la obra ya empezada, pensando en esos minutos en los que pudieran brillar más Pero esta organización del partido no salió bien porque el Estudiantes impuso otro guión: lejos de desgastarse en los primeros minutos, tornó la delantera con claridad. Empezó con tanta ilusión, tanta velocidad y tanta ambición que al minuto 15 de la primera parte, con las estrellas madridistas ya inevitablemente en juego, la diferencia llegó a alcanzar los 19 tantos (45-26) No iba a ser un partido cómodo, un partido ideal para las presentaciones.
El juego del Estudiantes descansó en la extraordinaria velocidad de sus dos hombres pequeños, Gil y Antúnez, que terminaron por marear a la defensa madridista en multitud de ocasiones. Su rapidez de movimientos estuvo sustentada, además, en el gran partido que hizo Pinone. Hay que añadir que el Estudiantes, quizás en mejor forma que el Real Madrid en estos momentos, jugó sin embargo mermado de efectivos, puesto que no pudo contar con dos hombres importantes, su gran estrella David Russell, y el alero Coll. El Estudiantes mantuvo el dominio en el marcador durante 39 minutos.
Petrovic puso su sello personal durante un minuto, pero luego pareció pensárselo dos veces: no estaba en la Cibona, sino en el Madrid; el Madrid no juega para él sino él con el Madrid. Petrovic se volvió tímido, se apagó. Ya no era Petrovic, el que todos esperaban. Y el Madrid perdió su primera final.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.